Enredo rojo

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Todos lo llevan pero solo yo puedo verlo, es ese hilo que siempre aparece. En mis 22 años he aprendido mucho de ellos; algunos aparecen desde que una persona nace, otros cuando eres un niño, algunos aparecen cuando ya son adultos y otros en ancianos, he visto algunos juntos y otros separados, chistosamente los he visto acompañados de otras parejas, mirándose y alejándose, y puedo ver claramente como el hilo se tensa, se daña pero jamás se han roto. Nunca se rompen

Incluso puedo ver el mío, no estoy seguro desde cuando tengo el mío, pues mis recuerdos de atrás de mis 7 años son nulos... pero llevo 11 años con él en memoria, estaba asustado e impaciente, con el tiempo comprendí que solo debía esperarlo...

POV AUTORA

Nakahara Chuuya contaba con una impresionante habilidad, no las que conocemos sobre Fort he Tained Sorrow o Corrupción. Hablo de una especial en sus bellos ojos azules, el ejecutivo de la Port Mafia podría ver los hilos rojos del destino, aquellos que la leyenda contaba, algunas de miles de leyendas, la bruja, el hombre de la luna, cientos de ellas se cuentan y todas son ciertas, pues de todas las que Chuuya había leído todas concordaban con lo que él veía, un hilo rojo atado del meñique de una persona, que terminaba en el meñique de una segunda persona, no importaba edad, sexo o distancia, jamás se rompían, podían estar con otras personas pero al final se reunían de una u otra forma.

Al poder ver los hilos, podía sentir el suyo moverse, se supone que nadie los sentía o veía más que él, pero para él, era diferente, pues cada que su otro extremo se movía mucho Chuuya podía sentirlo, había descubierto que podía tocar los hilos de otros y jalarlos para que se viesen, podía enredarlos y a veces solo por estar aburrido, hacia moños con ellos

La verdad, a Chuuya le gustaba jugar a cupido cuando se le daba la ocasión de encontrar una pareja en su tiempo libre, ansiaba encontrar la suya

- Que día... - suspiro el mafioso relajado

Era un día temblado, aquellos que pueden disfrutar del sol pero el frio no te deja quedarte en la sombra, Chuuya había optado por sentarse en una banca del parque mientras cubría su rostro con su sombrero.

- Se está moviendo – dijo Chuuya al sentir los tirones en sus dedos, cada vez más rápidos - ¿pero qué pasa con esta persona? ¿Por qué se mueve tanto últimamente?

A Chuuya le disgustaba ello, pues por muchos años estuvo completamente tranquilo, pero este último año se movía demasiado, lo tenía intranquilo, era impaciente, quería saber quién era y que le pasaba, lo que no espero fue escuchar aquella desagradable voz

- Atsushi-kun aquí hay un vagabundo, no te le acerques – dijo obviamente para Chuuya

- Dazai-san no debería ser grosero con el señor – dijo Atsushi

- ¡¿A QUIEN LE LLAMAS SEÑOR?! – grito Chuuya molesto mientras quitaba el sombrero de su rostro – maldito Dazai ¿Qué haces aquí?

- Esa es mi gran pregunta Chuuya, ¿no deberías estar ocupado en otro lado?

- Vine a descansa, es un buen día – se quejó Chuuya y miro al pequeño frente a él – Así que tú eres Atsushi, Dazai está vivo gracias a ti – dijo molesto

- Ah, bueno...

- Atsushi-kun, no prestes atención a este enano

- ¡¿a quién llamas enano momia podrida?! – volvió a gritar molesto

Esta vez volvió a sentir el tirón, uno diferente, ignoro a Dazai olímpicamente para ver su hilo, sentirá tirones pero su hilo estaba tenso y recto, lo siguió con la mirada y su rostro fue completamente de tranquilidad, pasando por la sorpresa, la angustia y la ansiedad para terminar en un nervio total

Hilo de tus ojos - ChuuAtsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora