Capítulo 2: La entrevista

18 0 0
                                    

Estaba preparando mi bolso con lo esencial para la entrevista. Tengo cita en el lugar donde Kristan trabajaba, que suerte que ella pudo dar mi ficha. Es la mejor profesora que he tenido y la verdad es que me ha hecho un gran favor.

Estaba bastante nerviosa, me puse a echar mi cartera a la bolsa que iba a llevar y resbaló por mis manos. 

Estúpida -pensé-.

Me agaché y lentamente la metí en el bolso junto con las llaves de casa, fui a la nevera y le di un buen trago al bote de zumo (menos mal que mi madre no me aquí en Canadá).

Antes de salir me puse desodorante. Hoy me vestí con unos joggers que no se veían de deporte, verdes con una raya negra al lado. En la parte superior un bralette precioso pero con una camisa de satén encima. Llevaba mi collar de mi signo zodiacal y el anillo que mi madre me regaló antes de mudarme.

Cerré la puerta de casa y suspiré. "Tú puedes" me dije a mi misma y recordé las palabras alentadoras de Kris. Comencé a caminar y noté como me empezaban a sudarme las manos. Fui a la parada del bus y me senté en el banco a esperar su llegada. Miré la hora y tampoco quedaba mucho. Aproveché y bajé las gafas que había olvidado que llevaba encima de mi cabeza. A veces soy un poco torpe.

Justamente pasaba un chico alto (bastante, debo agregar. Cada vez los canadienses me sorprendían más) a paso ligero, casi corriendo por la acera de enfrente. Su pelo rizado color chocolate con destellos claros creados por el sol se movía a medida que cada paso que daba se iba para un lado. No iba muy arreglado. Le imaginé vestido con traje y chaqueta; una camisa blanca, y no sé si pajarita o corbata; noté como empezaba a salivar así que paré dándome una bofetada mental. 

Antes de que me diera cuenta el chico estaba abriendo la puerta de un coche y montó en él. Acto seguido este arrancó a toda velocidad, como si tuviera prisa. 

No sé cuánto tiempo pasó, solo que cuando parpadeé, ya estaba el autobús aquí. El conductor se dirigió a mi, preguntando si iba a tomar el transporte. Ordené a mis piernas que se pusieran de pie y asentí con la cabeza. No me senté en los asientos de muy atrás pues tendía a ser bastante despistada y capaz no me bajaba en mi parada. Estaba un poco embobada, hacía calor. Puse música y conecté los auriculares a mi teléfono. El sonido salió disparado a mis oídos reproduciendo Fall Out Boy. Cerré los ojos y disfruté de Hold Me Tight Or Don't de MANIA. Me gustaba bastante el último disco, aunque mis canciones favoritas siempre serán las antiguas pues eran las que escuchaba cuando estaba pasando momentos difíciles. Cuando sentí el bus detenerse abrí los ojos y salí del él.

El edificio quedaba a unas calles de esta parada. Eso me gustaba de Toronto. Era bastante grande pero todo estaba junto. Estaba al pie del edificio, miré hacia arriba, era un edificio muy alto.

 Estaba al pie del edificio, miré hacia arriba, era un edificio muy alto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomé aire y me dispuse a caminar. Las puertas se abrieron ante mi y pasé. Caminé hasta el mostrador de la entrada donde se encontraba una chica con cara amable escribiendo algo en el ordenador. La saludé y pregunté:

-Tengo una reunión con el jefe de Kristan Serafino. ¿Hacia dónde me dirijo?

- Planta dos -sonrió de manera que dos hileras de dientes blancos y rectos se hicieron presentes-.

- Gracias señorita -le agradecí-.

- De nada -asintió y siguió a lo suyo-. 

Monté en el ascensor y justo seleccioné la tecla que marcaba el número dos y las puertas estaban cerrándose cuando el ascensor se volvió a abrir mostrando a un hombre con camisa blanca que seleccionó la misma tecla que yo otra vez. Se puso a mi lado y permanecimos en silencio. Su altura me imponía tanto que no me atreví ni a levantar la cabeza y saludar. En el trayecto el dió un par de golpes con su pie derecho. Lo comparé con el mío, dios era enorme. Esas botas le hacían que llamara la atención. El ascensor se abrió y antes de salir murmuró un pequeño adiós para despues desaparecer por el pasillo. Caí en que esta planta también era la mía y salí del ascensor.

A la derecha tenía un mostrador con una mujer que parecía haber trabajado aquí durante bastante tiempo.

- Hola -le saludé tímida- Tengo una entrevista concertada, Serafino me ha llamado comunicándomelo.

- Hola, si, su cita es en esa puerta de la derecha, la están esperando -me sonrió con los labios sellados y señalando el lugar-.

- Vale muchas gracias -caminé hacia esa puerta y toqué-. Una voz grave salió de dentro invitándome a pasar. Abrí la puerta asomando la cabeza.

- No se quede ahí señorita Hernández, tome asiento -hizo un ademán con la cabeza-.

- Claro claro -pasé y me senté enfrente del señor-.

- Bueno Crystal como bien sabrás tu perfil ha resultado entre varios que teníamos estudiados.

- No sabe cuánto me alegra eso, acabo de salir graduada y me ha hecho mucha ilusión y me ha sorprendido ya que el mundo del maquillaje está muy infravalorado, y del arte en general. Se piensa que es algo fácil y que se aprende y se destaca en un plis. Es un trabajo muy duro. Tienes que desarrollar la creatividad y ser capaz de combinar colores, texturas y tener rapidez con las manos. Me parece una suerte hoy en día haber tenido una entrevista tan rápido, y solo con la experiencia de las prácticas -dije sinceramente-. De verdad muchas gracias -sonreí genuinamente-.

- No podría estar más de acuerdo. Necesitamos alguien al que le guste de su trabajo y de verdad ame lo que hace. Kris nos ha hablado muy bien sobre ti y tu trabajo, ya que ella lo ha presenciado de primera mano. Tiene mucho talento y por lo tanto, sabe verlo. Confiamos en su palabra y por lo tanto, en ti -declaró, yo seguí en silencio- Así que yo diría que tienes el puesto, hay pocas personas así. -Hubo en silencio, me quedé extasiada por sus palabras-. 

-Si aceptas claro -añadió-.

- Si, si claro -contesté finalmente mientras mis ojos brillaban, ilusionada, de mis poros salía felicidad y alegría-. No se arrepentirá, daré todo de mi -junté las manos- ¿Cuándo empiezo?

- Pues lo antes posible, en cuanto estés disponible. Como bien sabrás Kristan está de baja por maternidad así que te tocará sustituirle -sentenció-.

- De acuerdo, cuando me diga

- ¿Qué te parece si empiezas mañana? -preguntó-.

- Me parece genial -seguía sonriendo-.

Hubo una pausa, hasta que habló otra vez: - ¿Quieres conocerle hoy?

- ¿A quién? -mensa-.

- A Shawn -dijo obvio. Ese sería el nombre del chico para el que trabajaba Kris- Bueno, y a todo el staff, si tu quieres.

- Oh así que ese es su nombre -noté que el calor subía a mis mejillas- lo siento. Y de acuerdo, me parece bien -le di una sonrisa apenada por la vergüenza-.

- No te preocupes -rió un poco- vamos, estará a unas habitaciones.

Salimos al pasillo y justo llegaba un chico de rizados cabellos apresurado. Dudo que tenga que tener prisa con esas piernas (eran casi de altas como yo), una zancada suya eran casi tres mías. Subí la mirada y le miré a la cara. No estaba mal. Tenía unos labios grandes y rosados; una cicatriz en su mejilla, que hacía su cara más especial y única; nariz chatita y unos ojos pardos preci... espera ¡Es el mismo chico que vi enfrente de la parada! 

Abrí los ojos y la boca de par en par. Parpadeé, ÉL estaba hablando, mientras yo me quedé estática, con el hombre que estaba a mi lado. Ahí caí: iba a ser él para quien iba a trabajar estos meses. Con el irresistible castaño de ojos pardos que me quitó la respiración desde el primer segundo en que lo vi y el que hacía que me perdiera en mis pensamientos más profundos. 


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 07, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una más en el equipo (S.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora