primer capitulo

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Primer capítulo.

Pues así inicia. En un punto intermedio, y así termina de la misma manera. En una frase.

No existe quien para juzgarnos, o eso se supone. Te encuentras acostada en la cama de tu habitación, mirando las imperfectas líneas que existen en ese anticuado techo. Primero; admirando atentamente aquella infinidad de líneas. Segundo; después de un rato, recordando alguna situación. Yo por ejemplo, estoy tan obsesionada por el simple hecho de encontrar el Gran sentido de la vida, pero mientras tanto, estoy aquí. Acostada mirando el techo, con un día hermoso y cálido. Probablemente estaría afuera en el patio, acostada sobre el pasto, escuchando música a todo volumen con mis audífonos, ignorando totalmente el mundo. Pero no. Esa sería una opción. Quizás estoy buscando la simpleza de las cosas, había escuchado que la forma de resolver el caos en tu vida era buscando la solución y guiarte por lo más simple. Me suena tan absurdo y un poco gracioso, claro. Porque a mi edad creo que no existe una forma más sencilla de salir de un problema. Me parecía que la mejor manera era ignorando. Pero eso cabe más que decir que no toda la vida iba ignorar a todo el mundo con unos audífonos. Aunque seria genial. Sentía que podía hacer algo interesante, poder lograr cosas que otros de proponen y dejan a medias, creer por supuestamente en algo. La Gran maravilla de mi vida.

Pero aun eran solo propuestas, tal vez ese camino de grandeza no estaba en mi destino. Podría ser cualquier cosa, claro. Pero es más de suerte. Supongo.

Cambie un poco el rumbo de mis pensamientos, decía mi madre una vez - tu eres de las personas que tratan de cambiar el mundo, y al final terminan cambiándote a ti - y tenía razón, las madres siempre tienen la razón. Pero especialmente la mía por primera vez aceptaba que en cierto punto era una persona con grandes expectativas y sorprendiéndome un poco, porque algunas demás personas habían comentado que no era fácil la vida, que tenía subidas y bajadas. Y aunque no lo quisiera era cierto porque como cualquier adolecente sentía que podía, que era indestructible. Es esperanza. Algo que los adultos al ser adultos olvidan. Porque creen que ya no hay de otra.

He aquí la simpleza. Al fin la halle.

Me distraje de mis pensamientos, al sonar el timbre después de dos veces seguidas. Me levante perezosamente y camine a paso lento en dirección a la puerta principal. Estaba sola. Mi madre había ido a trabajar en una tienda de artesanías, en el centro de Querétaro. Propietaria del negocio, claro.

_ ¡hey Aria! ¿Como estas?- tarde un poco en darme cuenta que era Alice, mi mejor amiga desde la primaria. Hacía tiempo que no la veía, constantemente hablábamos por el chat ya que ella se encontraba en Londres estudiando gastronomía. Y me platicaba de sus distintos encuentros favorables con las personas y personas quiero decir, chicos.

-¡Alice! - apenas pude pronunciar su nombre cuando corrió a abrazarme.

- hace tanto tiempo. Te extraño. Tengo tanto que contarte. - embozo una sonrisa más grande probablemente que su cara.

- oh pasa, pasa. Estas en tu casa. ¿Quieres algo de tomar? - abrí un poco más la puerta para dejarle paso a Alice. Traía un abrigo café, doblado a lo largo para justa comodidad en el brazo derecho. Una bonita blusa blanca ajustada, con unos jeans y zapatillas. Y un chongo, casualmente como me lo tengo imaginado que se usa en Londres.

-gracias. ¿Qué tal todo?- dijo aun sonriendo.

- ha estado bien, estoy estudiando administración de empresas. Y tome cursos de verano de sistemas, e ingles. Nada sorprendente. ¿Y tú? ¿Qué tal la vida en Londres?- le dije amablemente con cara de curiosidad. Era evidente que en un futuro me gustaría viajar a esos lugares del mundo, pero que mejor que tener mejor referencia que de mi mejor amiga.

una gota de eleganciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora