Prólogo

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Nadir caminaba con paso firme por el largo pasillo que había recorrido tantas veces. Este estaba decorado con diversos cuadros sobre el rey y su ascendencia además de una larga alfombra con los colores del reino, el rojo y el blanco. Nadir era alto, robusto y de tez morena, con grandes músculos curtidos durante largas sesiones de entrenamiento. El paso del tiempo y de la guerra habían hecho mella en él, haciendo que comenzarán a brotar unas hebras blancas en su oscura cabellera y ojeras que indicaban las numerosas noches en vela. Portaba una ropa sencilla de color gris y con pocos adornos de color negro, algo atípico en alguien de su escala social aquel reino. Por su hombro derecho asomaba su espada, Deber. Una espada sencilla para un hombre sencillo. En cuanto llegó a la puerta del despacho personal del rey, dio unos golpecitos con sus manos y justo después se oyó una voz desde dentro
- ¿Quién es? - Nadir reconoció la voz del primer consejero Balton Eris. Elías odiaba a Balton, era un hombre pelota y cobarde que sólo buscaba su propio beneficio.
- Soy el Capitán General Nadir Noctem y traigo noticias sobre la guerra.

Al instante, la puerta se abrió dejando ver el gran y lujoso despacho del rey. Este estaba repleto de estanterías y, a su vez, de libros de diversas índoles. En el centro del despacho destacaba un gran escritorio de madera de roble y en la pared del fondo. Junto a una gran ventana que iluminaba la sala se encontraba un mapa de todo Selas, con una estrella en las capitales de los diferentes condados. Al lado, otro mapa. Esta vez de la capital del reino, Letias. El rey, ataviado con lujosos ropajes y su corona de color dorado, estaba sentado detrás del escritorio y mirando hacia la puerta que Balton acababa de abrir. El rey y él siempre se habían llevado bien. Al instante de entrar, Nadir se arrodilló e inclinó la cabeza ante su majestad.
- Antes de nada Nadir, ponte de pie. Nos conocemos demasiado bien para tantos formalismos, hermanito - Al momento, el aludido se alzó de nuevo con su habitual semblante de seriedad - Cuéntame ¿Qué noticias traes?
- Robert, lo conseguimos. Quichi ha aceptado la propuesta de paz. - Dijo Nadir con una voz firme. Después de un rato de silencio, el Rey habló, con un rostro que demostraba el alivio que le daba oír esas palabras - Por fin, esta guerra se ha cobrado ya demasiadas vidas. Nuestra gente quiere la paz, aunque sólo sea durante los 10 años que has conseguido en Tonga. Y ahora, celebremos el fin de la guerra con un banquete para el hermano del rey, quien acaba de llegar del peor de los infiernos para traernos paz... - Antes de que el rey continuase, Nadir le cortó - Kyle, me gustaría pedirte un favor. Quiero dejar el servicio militar, descansar y disfrutar de la vida con Lysanna y mi hijo que viene en camino. - Ante tal petición, Balton puso una cara de asombro y comenzó a balbucear
- Pe-pero eso no es posible señor. Usted es el mejor...
- Está bien pero si en algún momento se requieren tus servicios volverás, te guste o no.  - Dijo el rey, cortando a su consejero más cercano, con cara de pocos amigos
- Muy bien - Aceptó Nadir resignado, sabía que vivir tranquilo el resto de sus días sería demasiado difícil para alguien como él pero media hogaza de pan era mejor que el hambre.

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