Cuando te encuentre

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En la oscuridad brilla tu luz,

desde dónde, no lo sé.

¡Brilla tan cerca y sin embargo tan lejos!

No conozco tu nombre,
Mas seas lo que seas:

¡Reluce, reluce, pequeña estrella!

(Según una antigua canción infantil irlandesa)


2

Cerca del molino de la abuela, un poco más allá de la gran montaña; donde por las mañanas se logra mirar las siluetas de los pajarillos en primavera. Puede verse el camino azul de un riachuelo avanzando por debajo de un puente silbando al compás del canto de los insectos, el mismo que sigue el trayecto de un tren que sale y viene todos los días. Moviendo las hojas de hierba en un paso veloz, las diminutas almas trasparentes de los dientes de león, y las risas distorsionadas que se pierden en las calles de piedra. Porque siendo Little Garden un pueblo casi abandonado; ya ni siquiera se han tomado el tiempo para cambiar el polvo por la grava. Parece poco a poco por desaparecer, sin embargo, algunas personas aún aman ver las estrellas brillar encima del valle. En especial un muchacho.

Un chico que se dedica a trabajar por las tardes en un puesto de comida. Perteneciente a su abuelo.

Apenas es un niño, contando con sólo trece años. Que ama jugar con sus amigos, salir a correr calle abajo en su bicicleta y bañarse en el río.

Pero a pesar de vivir en un lugar rural muy lejos de la ciudad, él tiene un deseo. Un deseo que creció con el paso del tiempo, y nació sólo con un sueño.

Sin embargo, ahora, se alcanza a escuchar su grito de despedida saliendo a la par de sus compañeros de clase. Tomando de atajo una vereda. Cantando y moviendo las flores con una varita. Y, puesto que, han salido para recorrer el trayecto más corto; todos corren hasta llegar a la pequeña escuela del pueblo. Abriéndose las puertas para darles la bienvenida. Por parte de su maestra Bellemere.

La joven los compaña por fin a entrar, y cierra la puerta del salón. Después les sonríe como todos los días. Deteniéndose a mirar a cada uno, para luego pronunciar sus nombres.

Pero, al cabo de un tiempo, la profesora dejo de hablar. Permitiéndole la palabra a uno de sus alumnos.

Afuera se mecían las ramas de los árboles y se oía el carril insistente del tren. Entonces, cuando el pitido termino; escucho su plática. Acomodando sus manos debajo de su barbilla.

El niño se puso en pie y le hablo en un susurro. No quería que todos lo escucharan. Creía que podrían tomarlo de a loco.

—Bellemere-san —murmuro —¿Usted cree en los sueños? —volvió a decir, moviendo las manos; nervioso.

Ella lo miro confundida. Le era difícil saber de que estaba hablando.

—No lo entiendo Sanji-kun. ¿A qué te refieres?

—Yo tampoco lo sé. También quise contarle a mi abuelo, pero me dio algo de pena. No se lo he dicho a nadie. Así que creí que usted podría decirme. Tal vez me sirva un poco contarle a alguien. Es muy extraño. No lo comprendo.

Sanji le repitió las palabras quedito, y Bellemere-san quedó conmovida. Estaba dispuesta a escuchar lo que él le quisiera decir.

—Muy bien chicos, por ahora pueden salir a jugar. Necesito arreglar un asunto con su compañero.

Cuando te encuentre (zosan) [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora