Alexander miró a su compañera. Demasiado tiempo siendo amigos y aún no conocía lo más importante.
"Un nombre no define a una persona" era el argumento que había dado ella.
Pero un nombre era una persona. Era parte de su identidad. Y Alexander dudaba poder conocer completamente a su amiga sin conocer ese dato sobre ella.
Nunca.
— No debes saberlo —la respuesta mil veces repetida volvió a sonar en sus labios. Alexander no pensaba aceptarla.
— Tú sabes el mío.
— Tú decidiste decirlo.
Alexander frunció el ceño. Se levantó.
— No entiendo por qué es un secreto.
— Porque si te lo digo, solo tendrás 37 días.
— ¿Para qué?
— Para convencerme de que me quede.
Alexander lo tomó como una broma. Un último intento para ocultar su secreto mejor guardado. Y aceptó. Y no supo donde se había metido.
— Haidée —escuchó por primera vez.
4 años. 4 años siendo amigos. 4 años sin conocer su nombre.
Se llamaba Haidée. Y le pegaba. Porque, como ella, era original, era bonito. Pero, sobre todo, era misterioso.
— 37 días —repitió la chica.
Parecía que al muchacho no le importaba nada en absoluto.
Por fin la conocía.
Haidée.
ESTÁS LEYENDO
37 días.
Random¿Que harías si solo tuvieras un mes y unos pocos días para conseguir que alguien se quedara? Alexander sigue preguntándoselo. Haidée era su mejor amiga, pero nunca supo su nombre. Y cuando lo supo, empezó el contrarreloj.