El Ángel que se enamoró del Sol.

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Tras otra obra de bien, el Ángel, Intael, agradeció a su amor por haberlo guiado una vez más con su interminable luz a la victoria. Con sus ojos sobre la esfera de fuego, sus camaradas lo observan con extrañez, otra vez sin comprender que pasaba por la cabeza del ángel enamorado. Intael, se reúne con su unidad una vez pasada su hora de plegarias hacia la estrella. Sus amigos lo observan y le preguntan tranquilamente que pasaba por su cabeza, el porqué de sus oraciones hacia la bola inmolada. Y al ver como las nubes se posaban otra vez sobre el cielo, triste responde: "Aprovechando mis oportunidades". Los guerreros se observan entre sí sin entender mientras el soldado de luz mira el suelo, incapaz de llorar, pero triste de todas formas. Y es que los Ángeles, ya no pueden sentir, y nadie puede entender a Intael.

Él había rechazado a su "compañera", un ángel femenino que debía unírsele en el aprendizaje sobre los mortales en el planeta. Ella murió en batalla años atrás, e Intael no sintió nada, pues su corazón estaba atrapado en un solo amor. El sol. La estrella: Jari. La que iluminaba al planeta de forma grisácea, y que los mortales esperaban pocas veces al año para apreciar su esplendor majestuoso. Luz incomparable, abrigo total del Ángel. Un milagro que el nublado planeta recibía cada eterno entretiempo. Y es que el corazón de todo ser vivo, divino o infernal, yacía carente de emociones desde hace siglos. Y las parejas celestes debían recuperar los perdidos sentimientos para entregarlos a los Dioses Benévolos, y hacer entender que el planeta era hermoso, y no un espacio residual. Pero Intael perdía cada vez más el interés en sus misiones y se concentraba solo en verla.

Así, batalla tras batalla, Intael recibió cada vez más heridas. Perdiendo su estado hermoso y decayendo constantemente sin preocuparse por nada más que ella. Ella, que solo lo observaba a él, esforzándose por demostrarse diferente, fuerte pero distinto. Distrayéndose por sus miradas y seducciones, Jari, coquetearía por siglos con Intael, dándole la espalda al final de cada conflicto. Cada ocasión hacia que Intael rezara más tiempo, pero también, le hacía peor a su cuerpo. Los Dioses comenzaron a prestar atención a Intael. Sus sentimientos llamaban la atención de las Divinidades. Pero fue poco el tiempo que tardaron para darse cuenta de lo que pasaba, el Ángel, enfermaba. Si bien, Jari era un sol, los Dioses sabían bien que ella ocultaba una forma que pocos podían apreciar. Ella se interesaba en seres, y era su interminable luz lo que la hacía irresistible. Más de una vez, mortales, ángeles y hasta Dioses cayeron en su trampa. Y era la promesa de romper con la soledad lo que hacía caer a todos ellos. La fantasía, la Ilusión de abandonar ese mundo gris, vacío, carente de sentido, frio, duro, hostil, impredecible, sin sentimientos y, sobre todo, triste. Y la tristeza de Intael se había instalado en su corazón desde su creación, haciéndolo especial, diferente entre los demás celestes. Pero había algo muy oscuro de parte de Jari. Su luz corrupta, solo se deshacía ante la maldad. Ignorarla, insultarla y mofarse de ella hería su orgullo y hacia que sus esfuerzos se concentraran sobre los mortales, Demonios o Malévolos dioses que no la aceptaban. Fue entonces cuando uno de los Dioses no resistió seguir viendo agonizar al Ángel. Y después de otro servicio a sus amos, un Dios llego a la barraca donde el reposaba. Ya casi llegando, un Tronos le aviso al Dios que un líquido corría por los ojos y mejillas del ser lumínico. Ningún médico tenía idea de que era. Pero la situación era grave. Tras siglos de sufrimiento, Intael había masterizado el dolor, el llanto y la tristeza, por tratar de encontrar el camino a la volátil figura. Tras presentarse, el Dios pregunto entonces:

-Llevas años buscando el camino a algo imposible. ¿Por qué te molestas siquiera? ¿No te das cuenta de que no existe forma de llegar? Eres un Ángel, estas creado para servir, eres un guerrero, inteligente, fuerte, hábil, ágil y prácticamente perfecto a nuestros ojos. ¿Qué es lo que buscas?

Seco su rostro, despacio, el herido comenzó a hablar. Contesto:

-Hace siglos, nos asignaron una compañera, o un compañero, para recuperar los sentimientos, aquello ya perdido en este muerto mundo. Y los buscamos ciegamente, fríos, sin alma alguna, por todos lados. Observando a los mortales, como nos ordenaron. Y pase muchos años junto a mi compañera buscando a cambio de nada. Hasta que llego aquel momento donde me abandono, gracias a la guerra que luchamos contra los demonios todos los días. No sentí nada, pero fue esa luz, la que me hiso comprender lo que pasaba. Ella me vio solo, y noto mi carencia de interés en este mundo. Jari, me susurro y acaricio durante siglos, y me hiso sentir lo que nadie jamás podrá. Su calor, su belleza. Su resplandor, su figura dentro de ese capullo. Sus palabras y su simple perfección en un planeta perdido y gris, hacen que jurarle amor, sea nada a cambio de saber que me observa y me ama, como yo a ella.

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⏰ Last updated: Aug 31, 2018 ⏰

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El Angel que se enamoró del Sol.Where stories live. Discover now