En un Japón muy lejano...
Yatere vivía en un humilde templo instalado en medio de a una aldea a las orillas de un río. Por él habían pasado casi cinco generaciones anteriores, todos ellos abuelos y bisabuelos suyos... Pero ahora sólo quedaban su padre y ella, como doncella del templo. Eran malos tiempos, todo el mundo lo sabía. Numerosas catástrofes y las malas cosechas, habían hecho de las tierras niponas un ambiente de inseguridad. Pero ni eso se asemejaba a lo peor.
La principal fuente del miedo no eran las sequías que se llevaban por delante el esfuerzo de meses enteros de cultivo y arado de las tierras. Tampoco lo eran las enfermedades y epidemias venidas de las ciudades de las que nadie sabía su cura.
Lo que más temía la gente eran los demonios.
Últimamente, se hablaba mucho de ellos. Siempre habían estado presentes pero, en esos años, se habían incrementado y multiplicado desorbitadamente, sin saber por qué. Mataban, torturaban y atormentaban a quienes sufrían por su causa. Nadie confiaba en nadie, ni siquiera en sus propios amigos, o familiares. Porque, todos temían, que cualquier día ese ser querido hubiera estado poseído por uno de ellos, y empezase a matar a sangre fría.
Un buen día, (malo, mejor dicho) entre la brisa nocturna y los ronquidos de su padre, Yatere se despertó al oír un ruido o un murmullo lejano, algo que no concordaba con los habituales sonidos de la noche a los que estaba acostumbrada. No era el viento, ya que esa noche todo estaba en calma. Tampoco era el agua que corría por el arroyo cercano.
Entonces lo volvió a oír. Y esta vez, acompañado de un crujido en la madera. Otro. Empezaron a hacerse un sonido uniforme y rítmico, cada vez más cerca.
Pisadas. Eran pisadas.
Con el peor de los presentimientos, Yatere se levantó y comprobó que su padre aún seguía dormido. Antes de que su brazo le alcanzara para despertarle, no obstante, volvió a oír esas pisadas. Tuvo que salir de allí. No había tiempo.
Dominada por su cobardía, cogió su katana y huyó hacia el río, lejos de la aldea. Pasó la noche angustiada, en medio de las zarzas, preguntándose una y otra vez por qué había actuado así. Pero ella misma reconocía que tampoco tenía valor para volver y enfrentarse a... a lo que quisiera que fuera que pasase allí dentro. Podían ser demonios, pensó aterrada. Volvería por el día, se prometió.
Y así fue. Al día siguiente, se acercó a su casa para volver con su padre. Pero, sin embargo, cuando cruzó el umbral, se quedó horrorizada.
Su padre yacía sobre un enorme charco de sangre proveniente de su espalda.
Casi en medio de un trance, gritó aterrada ante aquella escena. Después, sin dar crédito a lo ocurrido, corrió por todas las estancias del templo. No cabía duda, habían sido bandidos. Y pensar que unos pobres desgraciados podían hacer añicos su vida de esa forma. Pero lo que más lamentaba, era que lo había permitido huyendo de allí. Se llamó a sí misma cobarde, tonta e ingenua. Debería de haber muerto también, debería de haber dado la cara...
Desde aquel día, Yatere huyó sin destino fijo. Sólo quería dejar atrás el horror que había vivido, y vengarse de los que habían matado a su padre, aunque en el fondo, sabía que sería una tarea imposible, que no merecía la pena ni siquiera pensarlo. Pero si se le presentaba la oportunidad, no dudaría a la hora de matar a los asesinos de su padre.
La vida vagante sin hogar, fue dura. Pasó noches a la intemperie, otras, adentrándose en campos de cultivo para robar hortalizas crudas llenas de tierra, las cuales todavía no estaban maduras y sabían a tierra mojada. Simplemente, asqueroso. Y todo por su culpa, se recalcaba siempre.
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Inuyasha x Kagome FANFIC
FanfictionEsta es una historia que escribí cuando me aburría un día que estaba en casa de mis abuelos. Fue hace mucho tiempo, por el 2014 puede ser... Sé que la narrativa es pésima y el argumento todavía peor, pero es una bonita historia de amor que recomiend...