"Liam necesito verte." Susurré a través del teléfono. Un suspiro profundo se escuchó a través de éste.
"Y yo, pequeña."
Sonreí.
Caminé hasta el pequeño asiento que había al lado de la ventana, observando el mar desde ahí.
El teléfono seguía descolgado, pero ninguno de los dos hablaba. Tan solo disfrutábamos con tenernos a ambos pendientes el uno del otro.
"Te echo tanto de menos." Dijo con voz rota.
"Créeme que yo también, Liam. Muchísimo. En cada minuto del día pienso en ti. Cada segundo. No te puedo sacar de mi cabeza."
Las lágrimas amenazaban con salir a través de mis ojos.
Pero no iba a llorar. No iba a permitirme el lujo de romperme una vez más a través del teléfono.
"Por lo que más quieras, no llores. La gira termina pronto y podremos estar juntos de nuevo."
"Ya, Liam. Pero tengo miedo. Tienes a millones de chicas muchísimo más guapas que yo. Personas que te adoran y darían lo que fuera por ocupar mi puesto. Tengo... Tengo miedo de perderte."
En ese momento sonó el timbre. Me levanté del asiento y me dirigí a la puerta de la entrada. La abrí.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, que ya salían en cascada, pero no me importaba.
"Liam."
Sin pensarlo dos veces me lancé a sus brazos, abrazándolo como si fuera la última cosa que haría. Lo amaba tanto.
"Entre un billón de mujeres hermosas, no dudaría ni un segundo en escogerte a ti. Te amo. Más que a mi vida, pequeña."
Enterré mi cara en su cuello oliendo esa dulce fragancia que tanto había añorado. Mis lágrimas mojaban el cuello de Liam pero no le importaba. Su mano se dirigió a mi pelo, acariciándolo para tranquilizarme.
Me impulsé y Liam me cogió, permitiéndome así abrazarme aún más fuerte si podía a él. No quería dejarlo ir. No otra vez.
"No vuelvas a irte tanto tiempo." Susurré entre lágrimas. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
"Debo irme de nuevo pronto, pero esta vez tú vendrás conmigo."
Liam secó mis ojos llorosos mientras que me seguía aguantando con la otra, ya que yo aún me encontraba subida en su cintura.
Poco a poco iba sintiendo su aliento en mis labios. Rocé levemente los suyos con los míos, y su lengua hizo lo mismo. Y lo besé. Probablemente, ese era el beso más sincero que podía haberle dado jamás a alguien. Él era mi todo. Sí, porque yo sin él no era nada. Completa y absolutamente nada.
Mis manos acunaron sus mejillas para profundizar más el beso, y jamás me había sentido tan realizada como en ese momento.
"Sabes. Hay veces que no quieres alejarte de alguien. Pero a veces, alejarte te hace recordar lo mucho que lo echas en falta y lo mucho que quieres estar con esa persona." Espetó Liam separando nuestros labios. Me bajó de él. "Y por eso, me gustaría decirte algo." Continuó, agachándose ante mí sobre una rodilla.
Mi corazón empezó a acelerarse cuando vi que rebuscaba en el bolsillo interior de su chaqueta y sacaba una caja de terciopelo.
"¿Quieres casarte conmigo?" Terminó, abriendo la caja y mostrando un hermoso anillo.
Mis ojos encontraron los suyos, los cuáles estaban encandilados. Brillaban. Eran tan bonitos.
"Claro, Liam. Por supuesto que quiero." Dije saltando a sus brazos.
Él se levantó y nuestras bocas se volvieron a unir. Un largo beso selló aquel momento, que resultaría inolvidable.
Me separó de él y sacó el anillo de la caja. Seguidamente me agarró la mano izquierda y lo colocó.
"Ahora ya eres mía."
"Es de mutuo acuerdo." Respondí sonriendo.
Él colocó su gorra sobre mi cabeza y me abrazó.
"Te amo, princesa. Como jamás he amado a nadie. Nunca lo olvides."
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Claudia x