Amor entre fuego y agua. Tanto que se aman pero se hacen daño el uno al otro con solo una muestra de amor. El mundo, la naturaleza, los separa. Pero solo la muerte puede unirlos por mil años más...
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→esta es una historia inspirada e...
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El bosque, que era verde y frío ahora es naranja y caluroso, destruyendo todo a su paso. Una hoja de los tantos árboles fué apresada por su enemigo, alejándose de su hogar, cayendo sobre las piedras preciosas.
De ahí nació Fuego, esa pequeña criatura sin forma concreta. Lloraba por el daño que cometió sin siquiera querer hacerlo.
Sus lagrimas en lugar de caer por sus mejillas caían del cielo. Callando toda esa manta naranja que arropaba y destruía el hermoso verde.
Azúl, azúl, azúl. Un color que llamó la atención de Fuego.
Luego, nada. Ya no se sentía apagarse. ¿Qué ocurría? El azúl ya no caía del cielo.
Alzó su cabeza con tristeza y desesperación. Oh, de nuevo estaba solo...
O eso creía.
Frente a él se encontraba una pequeña charca de ese azúl. Curioso quiso acercarse, pero se alejó inmediatamente al notar que de ahí crecía algo... alguien.
De ahí nació Agua. Lágrimas del fuego lograron que otra maravillosa criatura sin forma naciera.
Al sus ojos chocar cayeron en un abismo dónde el color era una mezcla de ambos.
La necesidad de juntarse y tocarse llegaron a ellos.
1, 2, 3, 4 pasos.
Estiraron sus brazos y agarraron sus manos.
¿Por qué en el amor se sufre? ¿Por qué duele dar una muestra de amor? ¿Por qué tanto daño sin querer hacerlo?
Alejaron sus manos.
Fuego observó su mano con miedo. Sentía que estaba haciendo daño de nuevo.
Sus ojos, miedosos, se dirigieron a esa mano azúl. Se veía hirviendo, burbujas se veían en ella. Agua tenía una expresión de dolor.
Fuego puso sus ojos en las piedras preciosas. ¿Por qué, por qué por qué? Se preguntaba. ¿Por qué hago daño? No quiero hacer daño.
Entonces sus ojos brillaron con llamas. Una piedra preciosa estaba ahí. Perfecta. La tomó de un extremo y Agua tomó el otro extremo.
