Capitulo uno

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Voy super temprano a la escuela no faltaban ni cinco minutos para bajarme del bondi cuando sentada en un asiento la veo a ella, Carolina Kopelioff, va sentada de espaldas a mi, tiene puestos unos lindos auriculares blancos.
Sabrá dios que escucha, yo solo me detengo a verla.

Bajamos en la misma parada así que no me sorprendo de verla bajar a la par mío y sonreirme, levanta sus lentes rojos y sale caminando dejandome a mi solo mirandola pasar.

Camine hacia el Blacke, la escuela más prestigiosa y de por si cara de Buenos Aires, lo que le había costado a mi madre conseguir una beca... Pero esa es otra historia.

Corriendo viene mi amigo Ruggero parece que me vió venir.

-Que onda como estas?- dijo agitado a lo que me reí

-bien, vos?-le dije empezando a caminar nuevamente

-bien osea nada del otro mundo

Hablamos de cosas triviales y entramos al establecimiento, ahí estaba ella otra vez, con su pelo lacio y sus auriculares blancos, no pude evitar suspirar a lo que recibí un chasquido de mi amigo.

-Eu tildadito te quedaste- se rie y yo para disimular me río con él.

Un auto se estacionó en medio del campus y de él salió una chica con el pelo decolorado y unos tacos bastante exagerados, la novia de Ruggero.
Los veo besarse y él se va con ella, Karol pasa por la puerta y mira de manera rencorosa a Carolina la cúal no le da ni cinco de pelota y juguetea con su mechon de pelo rojo que me vuelve loco.

Cabe mencionar que es un día lindo ya que ella vino.

Me senté en mi banco y espere a que Ruggero entre pero el muy tarado obviamente no entro por dos motivos.

El primero era matemáticas y el segundo, está con Karol.

No hay que ser tan inteligente para darse cuenta de que están fumando juntos en el patio.

La clase pasó rápido en comparación a otras clases.

Luego venía un largo recreo que me la pase con el celular hasta que una voz me espantó.

-Hola!!-me grita en el oido después de sentarse sigilosamente

-Hola extraño, que tal las clases con Julio?

-Como siempre

-osea?

-como el culo-me río

-jaja

Estabamos hablando justo cuando veo a Caro salir corriendo con lágrimas en los ojos a lo que me preocupo y seguida de ella a Karol con una sonrisa parecida a la luna y sentandose en las piernas de mi amigo, algo me dice que se llevan mal.

Las flores blancas también pueden mentirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora