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Aunque soporto perfectamente la luz del sol, los de mi tipo somos seres de la noche. Me molesta la luz que se refracta a través de las hojas, los arboles con su ramas son lo suficientemente grandes, pero mis ojos simplemente no lo soportan. Es el mejor lugar en el que puedo estar. No importa las incomodidades que pueda sentir, todas son mínimas si significa no estar en mi hogar o en la ciudad. Lo que más me incomoda, además de la luz, son las personas. En un tiempo, me parecían fascinantes, los de mi tipo y los humanos. Todos ellos tenían su propia forma de destacar, de ser diferentes. En los primeros cien años de mi vida, no terminé de conocer todo lo que tenían de ofrecer. Para los otros cien, estaba decepcionado de perder el tiempo más preciado de mi existencia, tratando de esperar algo más de todos ellos. Estaba completamente aburrido. Cada vez que conocía alguien nuevo, tenía la certeza de saber si puede obtener algo de mi atención, rara vez pasaba, rara vez me detenía a darle una segunda mirada a alguien. Sin embargo, siempre prefería estar solo. Puedo vivir más y sé que lo hare, unas décadas conmigo mismo no son nada comparado con las que más adelante viviré.

He visitado lugares, visto guerras, he tocado monumentos, aprendí lenguas, tengo hábitos, he cambiado el propósito de mi vida varias veces y comprendí varios aspectos de los seres de mi tipo. Uno de ellos, el más importante, es despreciado por mi familia. Ellos son escépticos de lo único que para mí es verdadero, lo que tiene valor, el designio de mi raza. Soy un fiel creyente, soy romántico y lo espero con ansias. La vitalidad de mi sangre solo puede ser perfeccionada por otra que se compagine con ella. Si yo puedo ser capaz de encontrar a mi extremo receptor, las pequeñas molestias de mis días, se verán insignificantes al lado de la felicidad que, estoy seguro, voy a gozar cuando lo encuentre. El amor, una de las mejores maldiciones que el creador ha desatado sobre la tierra, la mejor reacción química de hombre, la fantasía ilusa de mi debilitada mente.

Sé que está allí, todos tenemos a alguien que es el sentir innegable de la inmensidad de nuestro corazón. Siento, en lo más profundo de mí ser, que lo encontraré. No seré como mis padres. A pesar de que no envejecen, ellos se rindieron demasiado temprano, ellos no lucharon por lo que querían, ellos tenían miedo de la soledad, quedándose con alguien que los hace sentir vacíos. Desde hace mucho tiempo me prometí no ser así. Mi actitud reacia a la gente no limita mi capacidad de saber quién es mi pareja de vida. Cuando lo vea, lo sabré. No estoy seguro de la sensación, pero los registros dicen que nadie ha podido describir las emociones cambiantes y rebosantes que se generan en tu interior. Los humanos no pueden saberlo, el amor, para ellos es demasiado relativo, ellos no son capaces de reconocer a su amor cuando están cerca de él. Por esta razón es que no odio lo que soy, me gusta pensar que soy capaz de valorar lo que se me ha dado y lo que se me dará. Piensan que hay varios tipos de amor, no soy nadie para desmentir aquello. Pero mi único y verdadero amor, está en algún lado, esperando a que lo halle.

El límite de las dos ciudades está dispuesto en el centro del bosque. Los dos enemigos comparten la belleza de lo que representa este lugar, el legado que alguna vez fue apreciado. Camino entre los abetos, pensando en qué es lo qué tengo que hacer, qué camino tengo que seguir. Hace días, un presentimiento corre por toda mi columna, me dice que hay algo aquí. Este lugar siempre ha sido mi escape, solamente que hasta este momento me doy cuenta que hay algo que me atrae desde hace un corto tiempo, siento que es necesario venir. Llego todos los días para comprobar que algo ha cambiado, que una señal se está abriendo para mí. Sé que este lugar es donde lo encontrare, hoy, mañana, en una semana, no me detendré hasta que el bosque me muestre si este sentimiento es sólo algo descabellado de mi oscura soledad o la inevitable realidad.

Giro un poco mi cabeza para escuchar el sonido de una rama quebrada a unos cuantos metros, agudizo mis sentidos, pero algo los bloquea. Los sonidos vuelven pero más lejanos. Sé que es gente visitante, pero uno entre muchos, es diferente, es débil y está acompañado de un olor muy extraño. Puede ser algún tipo de amenaza. Mamá siempre me dice que no pase la frontera, que del otro lado hay humanos que no pensaran dos veces antes de separar mi cabeza de mis hombros. Sé que no es esa clase de peligro. Ya me he expuesto a la ira de los humanos al otro lado, ellos jamás entran solos. El sonido que oscila es cercano y hosco. Sin pensarlo demasiado, corro antes de que desaparezca. En menos de nada estoy en el sitio. Un pedazo de tierra en donde no llegan los rayos, crecen pequeñas flores y hay ramas muy grandes tiradas alrededor. El sitio es abierto. Casi siempre el sol pega directamente, casi siempre lo evito. Pero hoy, hoy no es el caso. Miro alrededor por alguna persona, no hay nada, frunzo el ceño, definitivamente huelo algo, pero no veo de donde provenga.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2018 ⏰

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