TÚ, MI DESTINO...

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Londres, 1818...

-Eloise, dime ¿Para cuándo está previsto tu viaje a las tierras altas? -preguntó su fiel amiga Victoria.

-Según mi madre, viajaremos en dos meses, mi boda está prevista para dentro de tres, pero como al parecer no hay necesidad de llegar antes, mi madre cree, que con estar un mes antes de la ceremonia es suficiente -explicó sin entusiasmo.

-Te voy a extrañar, nada será lo mismo sin ti -susurró con el semblante triste su amiga.

-Espero que puedas visitarme a menudo. -Eloise se acercó a Victoria-. ¡Tengo miedo, amiga! -dijo tomando sus manos en un gesto desesperado.

-No puedo entender cómo te hacen esto tus padres. Enviarte a esa tierra de bárbaros, a ti, que eres tan dulce.

-Te lo he contado muchas veces, el padre de mi prometido es muy amigo de mi padre, se conocen desde muy jóvenes. Al parecer vivió en Londres unos años mientras se formaba.

-Eloise, no pienses más en ello, disfrutemos de nuestra última temporada juntas -pidió Victoria.

-Es mejor amiga, nada puedo hacer para cambiarlo -confirmó, con la mirada apagada por la tristeza que su futuro le deparaba.

Irrumpió en la sala la madre de Eloise, la condesa de Lennox, lucía un elegante traje en color burdeos con brocados en las mangas. Se quedó mirando a su única hija, era dulce y obediente, y como madre se sentía muy orgullosa.

-Niñas, qué hacéis aquí de cháchara, con un día tan esplendido para pasear por los jardines -comentó la condesa-. Por cierto, Eloise, lamento decirte que tu prometido no vendrá.

-¡Pero Madre!, pensaba que lo conocería antes de la ceremonia. -Sus ojos se llenaron de lágrimas de impotencia.

-Lo siento, al parecer tenía asuntos importantes que tratar en sus tierras. -Su madre le acarició la mejilla-. No te angusties, yo tampoco conocía a tu padre y he tenido un buen matrimonio.

-Pero no es lo mismo, ese hombre es un escocés, y dicen que son de modales muy bastos, madre, yo... al menos pensé que lo trataría antes. -Su mirada llena de congoja, se perdía en la infinidad del jardín que se podía admirar por los grandes ventanales.

-Hija, deja de angustiarte. Aprovecha que está aquí Victoria, y salgan a dar un paseo. El aire fresco te sentará bien.

-Madre, no me apetece salir, además, quiero descansar porque esta noche es el baile en casa de los duques de Jersey -murmuró Eloise-, vete tranquila.

-Como quieras. Entonces me marcho, he quedado en casa de lady Hamilton para tomar el té.

Las amigas se miraron, Victoria se acercó y estrechó en un fuerte abrazo a su amiga del alma, dejando que esta desahogara su corazón.

El gran salón de los duques de Jersey brillaba en una noche esplendida, la alta sociedad londinense estaba presente en uno de los bailes más importantes de la temporada. Hombres y mujeres lucían sus mejores galas, la música llenaba el ambiente.

Los vestidos se movían girando al compás de los movimientos de sus bailarinas, creando así, un arcoíris de colores.

-¡Lowell!, ¿tú en un baile?, ¿es que estás buscando esposa? -preguntó divertido el marqués de Turner.

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