Cada vez que miro atrás, me convenzo que hubiera sido mejor morir en ese instante.
El día que vi las atrocidades de las que era capaz, pensé en quitarme la vida. Veinte minutos después mi corazón dejo de latir y sentí muy cerca el final. Al pasar de los días sentía que mi cabeza era golpeada por un reloj gigante que me recordaba a cada momento que el tiempo se terminaba. Desperté colapsada en una nube de pesadillas, ya no sabia si estaba dormida o despierta.
Los colguijes de metal de la abuela no dejaban de sonar y mi corazón latía cada vez más fuerte a la vez que se me mojaba la entrepierna de miedo. Sabía que era otra vez la tormenta mental, el regreso a mi niñez. El pálido oscuro rostro que me asechaba cada vez que él se acercaba a mi regazo, paralizaba cada vertebra, cada centímetro de mi piel, era como un niño abandonado. ¿Yo que podía hacer por él? Cuidarlo, mimarlo y amarlo. La edad no tenía límites, era como jugar a las escondidas cada vez que teníamos otro encuentro de juegos y risas. Las horas pasaban y no las sentíamos, todo era natural, espontaneo, improvisado.
Aun con todo el tiempo que ha pasado, las llagas que dejo en mi alma son tan frescas que cada vez que lo recuerdo se abren de nuevo. Y mi abuela, tan paciente, cada vez más amable me mira a través del espejo que cae del techo. Solo la observo, contemplo y odio al mismo tiempo, por quererme tanto, por darme todo, por dejarme sentir. Mi odio hacia ella no era otra cosa más que repudio a su cigarrillo, amarillo, mal oliente, que cada día la enfermaba mas, era como si se preparara para la muerte. La odiaba y amaba profundamente, como a mi padre.
Ya todo estaba predispuesto, sabían todos que seria un total fracaso: expulsiones, drogas, sexo irresponsable y otras que no vale la pena citar. No creí lo que advertían, era demasiado para una niña tan perfecta, a mi no me pasaría, me rodeaba de las personas mas inteligentes, mas cultas y sobretodo de las mas “finas”, así que no me detuve a reflexionar sobre mi futuro.
El me abrió los ojos, sus labios tan perfectos y su piel tan radiante me dieron la esperanza de algún día encontrar eso que llaman amor, pero nunca imagine que estaría 25 años después pensando en como pude ser mejor para llenar sus vacíos, miedos y demás.
Me levantaba todos los días a las 5 de la mañana para poner el café que mi padre adoraba, cuando se levantaba ya estaba servida su taza preferida, esperaba a que se fuera para que mi compañero de juegos pudiera llegar a escondidas hasta mi recamara.
Nos metíamos debajo de la cama a practicar vuelos espaciales e íbamos apuntando en la madera de la cama todas nuestras aventuras. Solíamos estar muchas horas boca arriba, sin hablar, solo observando los dibujos, pero yo de reojo quería confirmar si el me estaba viendo. Solo una vez logre robarle una mirada, siempre pensaba en otras cosas. Estaba tan enamorada que ni siquiera lo imaginaba, era un amor secreto que se convirtió en amistad profunda. Al pasar de los años ya éramos muy grandes para pasar tiempo solos, entonces nos pasamos a la sala, a platicarnos cosas triviales, de la escuela, porque íbamos en distintos colegios, el me platicaba de las chicas que le gustaban y yo inventaba historias sobre chicos. Empecé a conocer a otra gente pero su recuerdo siempre me invadía, era tan fuerte que no quería hacer otra cosa que llegar a casa para sentarme junto al teléfono y esperar su llamada que a veces no llegaba.
Empezó a salir con alguien, teníamos 16 y yo tuve que fingir que me hacia sentir feliz que hubiera encontrado a alguien. Cuando se fue de mi casa emocionado llore 2 semanas sin parar, sentí que me quedaría sin liquido, mi padre usualmente hacia preguntas pero en ese lapso se empeño en hacerlas mas seguido; ¿que si alguien me había echo algo, que si estaba enamorada, que si tenia problemas existenciales? Y yo no contestaba, solo lloraba. No conteste llamadas, ni fui a la escuela, no me bañé, no comí, sentía que el mundo me había dado la espalda, sentía que Dios era un hijo de puta. Yo siempre tan atenta, tan linda, tan esmerada, tan a dieta, tan disciplinada... ¿Como era posible que el no pudiese ver eso?