Acostumbro a tener listo el dinero para pagar el pasaje y esta vez no fue la excepción. El hombre que conducía aquel ovni cotidiano* tenía cara de pocos amigos. Había asesinado brutalmente a su mejor amigo luego de descubrir que este y su esposa mantenían un romance oculto. No sentía arrepentimiento alguno. Es más, sentía un grato frescor, se sentia más que bien. Tuvo que cumplir una condena de cinco años y aquí estaba, trabajando como persona común, con el poder de arrojarse por un barranco y asesinar a una decena de pasajeros con la intención de sentir un poco de euforia. De mostrar a todos la cruel verdad que su demacrado rostro gritaba, sin convencer totalmente. Y ahí estaba yo, presa de las circunstancias, cancelando el pasaje a un hombre que quizás podría matarme, sin dejar evidencia alguna. En ese momento, él era solo un conductor y yo, su pasajera.
*Ovni cotidiano: bus intermunicipal
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El chico del bus...
Short StoryUna historia que podría ser romantica, no obstante el realismo es su principal componente.