único.

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"Ven", susurró a mi oído una voz fantasmal, si tienes curiosidad de ver, un soplido de aire acariciando mis cabellos y una sensación extraña erizando mi piel.

"Saca los trucos que tengo bajo la manga", pidió y las sombras oscuras de la habitación recorrieron mis labios con el más dulce y mortal toque.

"Todo lo que encuentres es tuyo para que te lo quedes", prometió, llamándome entre soplidos del viento que golpeaban las ventanas.

Deseaba que las abriera para él, que le dejará entrar y llevarse un poco de mí a su patio de juegos.

Voces extrañas en mi cabeza me decían que quería jugar conmigo, jugar con mi mente.

"Valiente", me llamaba su lindo chico valiente, "eres lo suficientemente valiente para mí", declaró, y le creí.

Mi cuerpo se estremeció con un sentimiento abrumador, mis brazos no respondían al igual que mis piernas, un peso sobre mí me impedía moverme y sobre mis labios, algo sellaba mi boca.

Quise moverme y gritar, pero una parte de mi mente yacía encerrada bajo llave en mi propia cabeza, impidiéndome ordenarle a mi cuerpo realizar una acción.

"Esos deseos que estás buscando", él intenta convencerme, haciendo promesas que no cumplirá, promesas que sobre esos labios, sonaban más que simplemente tentadoras.

Abro mis ojos, después de tanto luchar contra mi propio cuerpo.

Una persona está inclinada sobre la cama, con sus manos sobre mi pecho y una mirada de preocupación.

Sun hee me observa con su cabello revuelto y bolsas negras bajo sus ojos, está cansada, lo sé, porque yo también siento ese mismo cansancio sobre mis hombros.

—¿Estás bien?—Ella pregunta.—Estas temblando.—Y para terminar de confirmar su declaración, mis manos se sacuden suavemente sobre las sábanas, culpó al frío y la poca capa de ropa que utilizó para dormir.

Ella me mira, y puedo ver en sus ojos marrones la duda y la inseguridad.

Le sonrió y acaricio su mano para intentar tranquilizarla.

—Todo está bien, Sun, lo prometo.—de nuevo la duda asalta su mente pero no insiste más.

Sus huesudos dedos acarician mi mejilla con suavidad, observó el alarmante tamaño de sus muñecas y brazos y mis ojos se humedecen.

Ella es una frágil montaña de huesos, con su cuerpo consumido por una enfermedad y con un alma quebrantada hasta la saciedad.

Su ojos cansados me dicen que no durara mucho más, que no resistirá otra recaída, y que quizá, el final está más cerca de lo esperado.

Me regala una última sonrisa rota y se da la vuelta para salir de la habitación, cubro mi boca con rapidez, ahogando un sollozo al ver los huesos traspasar la tela de su blusa.

Miro hacia otro lado, sintiendo mi corazón en la palma de mi mano, siendo estrujado y aplastado cuando me doy cuenta que en verdad, ya es demasiado tarde para ella, para mi pequeña hermana.

Somos una familia rota, destruidos desde los cimientos hasta las sucias paredes que nos cubren, que nos protegían.
Lo que solía ser nuestro hogar, ya no es más que una simple estructura vacía.

Donde había crecido la felicidad, también se había visto destruida.

Dos coches, un impacto, dos padres muertos, había sido el inicio de una tragedia.

El inicio de una tragedia con la que había tenido que cargar, una que dejó una gran herida por cerrar y que tenía que cocer con mis propias manos, pero no fui suficiente, las costuras volvían a romperse después de cada puntada.

devil playground | KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora