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En una hora tenía que salir de mi casa. A un evento, a un gran evento, el evento que sellaría mi destino. Estaba nerviosa, caminaba de una lado a otro de la sala, con mi cabellera castaña ondulando de un lado a otro. Mi madre, que recién se levantaba de la cama, me miraba con preocupación.

-¿Hoy es la ceremonia?

-Si

-¿Estas nerviosa?

-Somos 100 los candidatos y solo se eligen 2, ¿Por qué estaría nerviosa?

-Por lo mismo. No te preocupes, estoy segura que serás elegida.

-Gracias mamá- dije esbozando una sonrisa en mi rostro.

Ese era el día, el día en el que por fin sabría si todo mi entrenamiento había valido la pena. En cuanto cumplí la edad reglamentaria para empezar mi entrenamiento, postule con otras 50.000 personas a las pruebas de la Orden. Pase las pruebas físicas y clasifique como una de los 100 afortunados que serían entrenados en el arte de la lucha por la Orden Fenzi.

La Orden Fenzi es una de las organizaciones más respetadas por todo el reino del sur, siendo sus guerreros grandes jefes militares o guardias del mismísimo rey Hakon. Se escuchan cuentos sobre sus hazañas, de como derrotaron a grandes ejércitos solo siendo un puñado de hombres o como antaño mataron dragones para defender los muros de la capital. Crecí escuchando esas historias y mi sueño siempre fue unirme a ellos.

Años de duro trabajo y por fin se verían los resultados. Sentí una gota de sudor caer desde mi frente hasta mi barbilla. Dios, los nervios son insoportables, siento que mi estomago esta intentando salir de su posición.

-Alexia, creo que ya es la hora-dijo mi madre, al mirar mi nerviosismo.

-Si, tienes razón- realmente, aún me quedaba tiempo, pero sentía que si no salía de mi casa, en cualquier momento explotaba- y, por favor, dime Alex, sabes lo poco que me gusta mi nombre completo.

-Es tu nombre, deberías tenerle más aprecio- dijo, mientras me daba un beso de despedida.

-Si, pero no me gusta como suena- dije, a la vez que colocaba mi mano sobre el pomo de la puerta-ya bueno, mejor que me vaya.

-Cuídate!!!

-Adiós mamá- cerré la puerta y me quede un segundo observando las calles en las que me había criado. Tome una bocanada de aire, cerre los ojos, llenandome de fuerza.

Gire en dirección al templo y empezé mi camino, lento, pero con paso firme y confiado. Mire la posición del sol mientras caminaba. Esta justo en la mitad. Tengo tiempo de sobra, no hay razón para estar nerviosa. Bueno, si la hay, pero no es el tiempo.

Intente repasar algún dato sobre los elegidos de los años posteriores, pero solo se sabía que eran un hombre y una mujer que destacaban sobre el resto. Pensé si es que yo destacaba, pero los maestros nunca mostraron signos de tener un favorito, ya que eran muy reservados en temas aislados al entrenamiento. Parece que solo tendré que esperar al momento y sabré si fui una estudiante sobresaliente o solo una más del monton.

Poco a poco iba acelerando el paso, ya que, siendo sincera, controlar mis nervios era muy dificil, y lo único que quería en ese momento, era llegar al templo y descansar.

Lo bueno, era que el templo no estaba muy lejos de mi casa, pero por alguna razón siempre salía con una hora de margen, ya que me gustaba llegar temprano y más este día. Me detuve unos segundos a admirar el arco que marcaba la entrada al lugar, un edificio que tenía una forma parecida a una iglesia Jidujiana, con sus puntas sobre las torres, pero sin las cruces.

La Orden FenziDonde viven las historias. Descúbrelo ahora