En verano de 1970, volví a mi país natal, México, tenía nueve años cuando a mi padre lo trasladaron de su trabajo a España,un ejecutivo de ventas muy prometedor y sumamente entregado a su trabajo, Mi madre, por otro lado realizó su titulación como bióloga marina.
Ambos se conocieron gracias a sus familias, el padre de mi padre, mi abuelo Ramón, y la madre de mi madre, Marta, se conocieron durante la preparatoria, ambos médicos, se hicieron muy buenos amigos junto con algunos compañeros de estudios, compartieron momentos de rebeldía por lo que relatan en sus historias cuando tenemos comidas familiares, más tarde durante la universidad, mi abuela Marta se reencontró con una vieja amiga de la infancia, Mi abuela Luisa, la bella esposa de mi abuelo Ramón,se conocieron en una fiesta que se realizó en la iglesia con motivo del aniversario de esta misma, ella, como sus antecesores se dedicó a la educación, una maestra muy culta que gracias a ella hoy sé muchas cosas. Por otra parte, el esposo de mi abuela Marta, Diego, era un abogado, que casi nunca estaba en casa, sin embargo su amor por mi abuela jamás se disipó.
Mi abuelo Ramón es un hombre razonable, muy gentil, amoroso, una persona muy empática y sobre todo humilde, aunque toda mi familia lo es. Siempre he admirado de él su gran entusiasmo al hacer su trabajo, ser médico es una profesión muy complicada que requiere esfuerzo y dedicación, él siempre me ha dicho que Dios manda a sus ángeles a la tierra en forma de doctores para que ellos puedan remediar los males de los humanos, al igual que mi abuela Marta, aunque yo no creo que sólo sea por eso. Mi abuelo Ramón me contó que se enamoró de su esposa Luisa gracias a mi abuela Marta, cuando tenían 19 años de edad decidieron asistir a la fiesta patronal de la iglesia que celebraba 25 años,mientras se encontraban de vacaciones, siempre realizaban la celebración en grande, llegaban mariachis desde Garibaldi a cantarle a la virgen, las personas que asistían con frecuencia se ofrecían a realizar comida, hacer obras o bailables, y en ocasiones llevaban juegos mecánicos. Mientras mis abuelos pasean, mi abuelo Ramón se acercó a comprar hot-cakes (su postre favorito), cuando eso sucedió mi abuela Marta ya se encontraba abrazando a una desconocida cerca de la tarima ubicada frente a las puertas de la iglesia. Era mi abuela Luisa, quien se encontraba con su familia, llevaba un hermoso vestido amarillo canario, con pequeñas flores color café, la falda le cubría por debajo de la rodilla y llevaba botines color miel, su cabello risado, tan largo que podía cubrir su cintura y de un color chocolate, en cuanto ella lo miró se percató que sus ojos eran tan brillantes y tan verdes como el pasto de primavera. Inmediatamente mi abuelo quedó sorprendido, jamás en su corta vida había visto a una mujer tan hermosa como mi abuela Luisa, afortunadamente mi abuela también quedó flechada, pues mi abuelo era un hombre muy apuesto, Apróximadamente media 1.80 metros de altura, ejercitaba su cuerpo corriendo todas las mañanas antes de ir a la escuela, de ojos cafes y piel morena clara, con una sonrisa de comercial sus dientes estaban perfectamente alineados y debido a su edad ya podía apreciarse su barba cuidada primorosamente y en forma de candado. Respetuosamente se acercó hasta donde mi abuela se encontraba y con un gesto caballeroso la saludo y por consiguiente a su familia, en el fondo y como siempre en estas festividades llevaban bocinas para que la gente que asistía pudiera bailar, y en ese momento sucedió.
-Bella dama, me haría el honor de concederme esta pieza- dice mi abuelo mientras le extiende una mano.
Justo en ese instante mi abuelo se percató de las mejillas coloradas que le había provocado a mi abuela Luisa, ella con las emociones a flor de piel, aceptó la petición de mi abuelo.
Mientras ellos bailaban, mi abuela Marta entablaba conversación con los padres de su mejor amiga, poniéndose al tanto de lo que había realizado durante tantos años que habían pasado sin verse. Pasaron así la tarde conversando y riendo por los chistes locales y recuerdos que les llegaba a la mente, mi abuela le confesaba al padre de su mejor amiga que mi abuelo Ramón era un chico muy respetuoso y responsable, y que era su mejor amigo, ya que este le había preguntado por él.
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Lagrimas en el cielo
RomanceCada noche lo recuerdo más, aquel fatídico día en que no te vi de nuevo. Recuerdo simplemente que pasamos juntos la noche de nuestro aniversario, como era de esperarse. Tú a mi lado, envolviéndome con tus cálidos brazos, yo podía escuchar con clarid...