Hoy robaremos el banco central. El más importante de Madrid. Hemos trabajado toda nuestra vida para aquello. Estamos preparados y completamente capacitados para la misión y las consecuencias que conlleva todo esto. Tú piensas que es fácil, pero no tienes ni idea. Hemos estudiado cada lugar, espacio y centímetro. Cada cifra se encuentra en nuestras cabezas. Todo está mecanizado y totalmente arreglado para el robo del siglo.
Entonces... entro al banco caminando sin ningún gesto raro.
- Buen día, señor -saludó la linda cajera que no ha dejado de mirarme desde que baje de mi moto.
- ¿Ya abrieron, o llegué muy temprano? -pregunté caminando en dirección hacia ella.
- No, ya abrimos -respondió. Noté que se puso nervioso, comenzó a morderse el labio y enseguida se acomoda el pelo tratando de llamar mi atención. Lo logró. Tiene un bonito culo y unas caderas deseables.
- Está bien -le digo con una sonrisa. Probablemente ya tenga su tanga mojada. Es una buena señal.
Caminé hacia los asientos de espera y abrí el periódico que he traído, y finjo leer mientras los empleados del baco empiezan a llegar y se instalan en sus puestos de trabajo. Lo siguiente, es parte de la pieza clave.
- ¿Te molesto? -vuelvo a acercarme a la misma cajera. Miro su nombre en la tarjeta que sobresale en su uniforme. - ¿Hannah?
-No, por supuesto que no, ¿puedo ayudarte en algo?
- Bueno sí, verás... mis viejos viven en Malaga y me envían semanalmente dinero a la cuenta bancaria que tengo… el único problema es que no sé cómo retirarlo.
-Hannah se ríe. Seguro piensa que soy un jovén de 24 años recién comenzando su vida que probablemente ni siquiera ha cojido y que necesita de la ayuda de alguien para retirar dinero de su propia cuenta bancaria. Cuanto se equivoca.
- ¿Me puedes ayudar? -insistí.
-Te puedo decir lo que tienes que hacer, lo básico.
- Esta bien, empieza. – le sonrío. Ella no deja de mirarme. Tal vez no se ha tragado el cuento. Me mira de nuevo, algo pasa en sus ojos. Ha entrado en pánico. - ¿todo bien? – le pregunto, pero ella no responde. Al contrario, me coge del brazo y hace que me voltee. Lo que veo a continuación es a tres hombres enmascarados disparando a las cámaras de seguridad. Uno de ellos cierra las puertas del banco, después de a verle disparado al tipo de seguridad – que cae al suelo en el acto-.
Mangel, Willy y Alexby.
El robo, había empezado.
* * *
mm.
L.
