uno

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Jungkook era un caníbal.

Y Yoongi lo tenía más que claro, aunque para ser sinceros no le podría importar menos. Él amaba a su bello novio con todo su ser, incluso cuando llegaba a la casa bañado en sangre y a los pocos días en las noticias se anunciaba la desaparición de alguna persona.

A Yoongi le daba igual siempre y cuando Jeon llegara sano y salvo a la pequeña casa que compartían en medio del bosque, con esa sonrisa que podía causar miles de desastres naturales en el interior de Yoongi, porque así es como este lo sentía.

En vez de mariposas en su estómago, sentía un puto huracán revólver sus intestinos. Y maldita sea, para él se sentía genial ver a ese alguien a los ojos y con que con solo su mirada esa persona sea capaz de hundirte en el más profundo de los océanos.

A veces, en las tardes, después de que Jungkook volviera de cenar, este se daba una ducha y corría a tirarse sobre Yoongi en el sofá.

Y todos los fines de semana era lo mismo.

“¡Hyung, quiero pastel de chocolate!”

Y Yoongi le hacía el pastel.

Solía hacer un pequeño Corte en alguna parte de su cuerpo para dejar que unas cuantas gotas de su sangre cayeran en la mezcla, porque sabía que a Jungkook eso le volvía loco y le encantaba.

Nunca nadie se preocupaba por los cortes en sus brazos. A el azabache le costaba mucho no estallar en una carcajada al recibir miradas de lástima cuando salía a la calle.

A Yoongi no le importaba tener esas marcas en su piel, porque todas las noches podía sentir los labios de JungKook besar todas y cada una de ellas, a veces pidiendo perdón entre lágrimas por ser como era, por comerse a los de su misma clase.

Siempre que eso ocurría, Yoongi lo acunaba en sus brazos en la cama y besaba todo su rostro, repitiendo la misma frase. Como había sucedido esa misma noche, la diferencia era que ese día estaban en la sala, ambos de pie. Jungkook estaba lleno de sangre del cuello de su camisa hasta la cintura, y había dejado las huellas de sus botas también teñidas de rojo en el suelo de madera clara.

El azabache se acercó a Jungkook, quien tenía el rostro mojado por sus lágrimas junto a su nariz y orejas coloreadas de un precioso color carmín producto de su llanto. Colocó ambas manos en sus mejillas, haciendo que el llanto de Jeon aumentara, apretando más el corazón de Yoongi.

“No me importa nada de eso, solo quiero que tú seas feliz, y haría lo que sea con el fin de lograrlo.” había murmurado sobre los labios del menor, haciendo que con cada sílaba sus belfos se rozaran.

Jungkook empujó a Yoongi con tanta fuerza que este se había tambableado. Tenía una expresión en el rostro que era una especie de mezcla entre sorpresa y dolor que solo hizo que JungKook se odiara un poco más a él mismo.

“¡Entonces mátame!” gritó con todas sus fuerzas, agachándose para tomar el revólver escondido bajo el sofá de la sala y estirar su brazo hacia Yoongi, sosteniendo la pistola por la parte del cañón.

No pasaron ni dos segundos y Yoongi ya era un mar de lágrimas.

“¡NO! ¡JungKook! ¡No voy a hacer eso!¡¿Qué te ocurre!?”

El castaño caminó hasta estar frente a Yoongi, dejando que el arma cayera al suelo, agarrando al mayor por los hombros.

“¡Por mi culpa tu piel está lastimada! ¡Por mi culpa no puedes tener una vida normal! ¡¿A caso no lo sabes, Yoongi?! ¡Eres mi cómplice porque sabes lo que hago y nunca dices nada! ¡¿Qué pasará cuando la policía descubra que vives con el asesino de montones de personas inocentes?!”

“¡Cállate, cállate, no quiero escucharte!”

Yoongi cerró los ojos e intentó apartarse de Jungkook. Luego, sintió como el menor tomaba su mano y le colocaba un objeto en ella.

Cuando abrió los ojos, Jungkook estaba de rodillas en el suelo con sus ojos cerrados con fuerza, con sus dos manos sosteniendo la diestra de Yoongi con la pistola que apuntaba justo en el medio de la frente al menor.

Yoongi se aterrorizó, e inmediatamente intentó librarse del agarre de JungKook.

“¡Por favor, Yoongi! ¡Si me matas todo volverá a la normalidad! ¡O al menos puede que resten años a tu condena!”

Cuando la mano de Yoongi dejó de intentar liberarse, Jungkook dejó que sus brazos cayeran a cada lado de su cuerpo.

“Te lo ruego...” suplicó por última vez.

Y se escuchó un disparo.

Y luego otro.

Y otro.

Y tres más.

blood, guts and cake ✾ kookgaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora