Capítulo II

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--- Pero papá... ¿porqué lloras? ¿qué te sucede?---pregunta un preocupado Alfa a su dador de vida--- ¿Quién te hizo llorar?--- repitió, empuñando sus manos, comenzando a enojarse.

El Omega rio sin gracia, negando con la cabeza— Na-nadie, cariño...---contestó, limpiandose las lágrimas con sus finos y delicados dedos---Mis amores,---dijo refiriéndose a su esposo, que repartía suaves y dulces caricias en su espalda, e hijo--- ¿qué les parece ir al cine?--- cuestionó, conteniendo sus inmensas ganas de largarse a llorar.

El Alfa menor asintió no muy convencido, mientras que el Alfa mayor, sólo sonrió con dolor.

La familia se organizó, para luego salir de casa; dos almas destinadas preparándose para el mayor dolor de su vida, y su hijo intentando no sentir esa tan flamante sensación de miedo y pavor que consumía su cuerpo.

Antes de ir al cine entraron a un par de almacenes, escogiendo ropa de bebé, mintiendo una vez más al felino menor, contestando que sería hermano en ocho meses... pobre Alfa, no sabía lo que le esperaba.

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---¡Mamá! ¡Papá!---gritaba un pequeño de unos doce años, corriendo a la sala de estar donde estaban los llamados, preparándose para uno de sus tantos viajes---¡¡Miren!! ¡¡Saqué la nota más alta en matemáticas!!---presume el jóven ratón Omega, inflando su pecho orgullosamente.

El par se miró con cierta gracia, sintiéndose agradecidos de tener a tan maravilloso e inteligente hijo. El par se puso de rodillas, quedando a la altura de su pequeño, de su milagro. Alargaron sus manos y cada uno acunó su mano propia en la mejilla de su futuro y primer heredero Omega.

---Estamos orgullosos de ti, mí pequeño...---dijo la madre Omega con ternura.

---Eres nuestro hermoso milagro---habló ésta vez el Alfa.

El pequeño sonrió y cerró sus ojos, disfrutando del tacto de sus padres. Puso sus pequeñas manitas sobre las de sus papás, abrió los ojos y dijo:

---Los amo tanto...---susurró, sus ojitos color caramelo algo cristalizados.

Los tres se abrazaron cómo sí su vida dependiese de ello, como si supieran que al salir de esa casa las desgracias los perseguirian. Al cabo de un rato se separaron y los mayores se despidieron de su hijo, una vez llegó la nana, claro.

El camino durante tierra fue tranquilo, relajante. El chofer sólo se dedicaba a conducir y prestar atención al camino, mientras qué la pareja charlaba y reía por chistes mal contados.

Al final los padres del ratón Omega llegaron al aeropuerto.

---Señorita Mouseting---dijo el chofer, ofreciendo su mano a la hermosa Omega de piel canela y ojos marrón, algo que ella aceptó con total elegancia.

---Gracias---dijo, para luego tomar a su esposo del brazo y, consecutivamente, entrar al aeropuerto. El chofer entró las maletas.

La señora y el señor Mouseting reclamaron sus boletos y se sentaron a esperar a que anunciaran el abordaje al avión.

— ¿Crees que Jerry estará bien— inquirió la Omega, mirando tristemente sus dedos entrelazados con los de su esposo.

El alfa suspiró y abrazó a su mujer por los hombros, intentando confortarla con sus feromonas—. Claro que sí, amor. Es igual a ti; fuerte y decidido, y tan valiente que dudo mucho que alguien alguna vez pueda hacerlo sentir inferior. Va a estar más que bien, cariño— alentó el hombre de cabellos negros.

Sonrisa Nueva [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora