Vienen por mí.

3 0 0
                                    

Negro.

Todo era negro en la visión del líder rojo.

Lo que lo despertó de su involuntario sueño fue una sensación rara que invadía su cuerpo de cabeza a pies junto con el sonido aturdidor de alarmas que zumbaban en su cerebro. El de sudadera roja comenzó a temblar, como si sus huesos estuvieran por quebrarse.

+¿Es todo un sueño?+ pensó. +No quiero estar despierto, pero no quiero perder mi memoria...+

Lo sentía. Sentía esa sensación recorrer sus venas. Cerró los puños con fuerza y empezó a correr inconscientemente, sin saber que sucedía.

Estaba huyendo del manicomio para no volver jamás. En el bolsillo de su abrigo llevaba sus medicamentos. +Con esto estaré bien.+ meditó para sí mismo con una pequeña sonrisa. Esa satisfecha sonrisa.

Sentía que sus pasos dejaban un trazo de fuego que pronto lo consumiría a él mismo, pero las mismas estúpidas canciones que sonaban día tras día en la radio del pasillo eran su guía para salir de esa prisión. No podía llorar. No podía gritar. Las enfermeras lo estaban persiguiendo, y Tord lo sabía muy bien.

Sus ojos estaban bañados en un rojo sangre. Era como un fugitivo maniatado escapando hacia la libertad. El de origen noruego sentía como el sonido le recorría la piel y como las nubes caían del cielo. Al parecer, el universo no quería que escapase, ¿o sí?

Algo lo paralizó y alarmó aún más. Varios hombres en abrigos blancos se acercaron lentamente a él. Larsson estaba rezando por dentro.

+Por favor, no me metan ahí de nuevo...+ oró. Comenzaron a anotar en lo que parecía su expediente. +¡No me metan ahí de nuevo!+ Cuando lo comenzaron a arrastrar hasta el edificio otra vez, el de gatillo fácil, como ya habrán imaginado, sacó una pistola que tenía escondida.

Cuando recuperó la cordura se encontró con siete cuerpos inertes reposando sobre un gran charco de sangre.

Al comprender todo, lloró de felicidad. No esperó más. Despejó el camino, agarró sus cosas y por fin se largó. 

Al cabo de una hora o dos, llegó a su destino: la base de la armada roja. Todos se sobresaltaron al verlo, pero él ni se inmutó y entró al sector A-2.

Dentro de este, se hallaba una niña, que, al parecer, estaba programando un aparato.

-Ausdauer.-dijo el líder.

La pequeña lo vio y se sorprendió.-¡L-Líder! ¡Regresó! P-Pensé que le había pasado algo allí...

-No te preocupes...

'Ausdauer' notó que estaba cubierto de sangre.-¿Eh, jefe...? ¿Su ropa?

Se miró.-Oh...-dijo.-¡Jajaja! Eres muy pequeña para preocuparte por esto. Estoy bien... ven aquí.-Ambos se abrazaron fuertemente y todo se volvió luz pura. Tord estaba más feliz que nunca.

Al fin. No más canciones de radio, no más tortura, no más psiquiatras abusivos. Y sobre todo...

ya nadie va a por él.


FIN

MADHOUSE - Tord (Eddsworld)Where stories live. Discover now