XXII

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Ah, domingo. Un sol débil, muy débil, era lo que le daba luz a la ciudad de Seúl ese día. Aunque por la luminiscencia ni siquiera importaba, nadie veía el hermoso espectáculo de las siete de la mañana. En algo como vacaciones de invierno, nadie se daría la molestia de despertar temprano. En fin, la luz solar a esas horas era tenue, sin embargo Jimin parecía tener una especie de alarma en su cabecita, ya que se despertó con los primeros rayos de luz.

Se deslizó sutilmente entre los brazos de Suran y escapó de la habitación. Recordó que Suran debería ir al doctor y a pesar de ser domingo, sabría que una familia como los Min tendrían un doctor de confianza para respaldarse en emergencias. Se encargó de dejar una notita -más bien, alarma- para la ahora-alfa en su celular y salió de ahí.

Apestaba a alfa en celo.

Quizás Suran entraría en celo, es decir, la presentación llega entre los seis y doce años, Suran ha superado esa edad por mucho y una presentación tan tardía podría hacer que su celo llegue junto con ella y sufriría grandes malestares.

Suspiró exhausto y salió corriendo de la casa Min, tirando las llaves por debajo de la puerta. Viendo a Lisa llegar a lo lejos, con una cara de pocos amigos.

– ¿Qué? –dijo al frenar, observando cómo Jimin la examinaba.

– Tienes una cara de que ya no quieres existir.

– ¿Puedes culparme cuando tuve que dejar a mi linda omega tan temprano en un frío día de invierno, solo porque mi estúpido hermano se pidió la semana libre y debo encargarme de las fotos para las bazofias de revistas? –escupió con rabia, ella de verdad no quería estar ahí.

– Disculpa, supongo, ¿No tomaste nada? –la siguió con la mirada, viéndola ingresar otra llave y abrir la puerta. Era bastante más fácil y seguro que la lectura dactilar.

– Vine tan pronto me desperté y vi el mensaje de Yoongi –hizo una mueca de disgusto.

Jimin resopló —. Bueno, si quieres puedo hacerte un desayuno mientras te duchas, así vas más rápido y con energía.

– ¿S-si?

– Claro, ve, ve –lo hacía más por su hermana, se pondría feliz al saber que mejora cada vez más su relación con Lalisa.

La actual pelinegra se fue hasta su habitación. Allí sacó lo que se iba a poner, una camisa blanca, una falda negra, tacones marrones y unas finas medias transparentes. Arriba se pondría ese abrigo gigante y felpudo que tenía, para no tener frío hasta llegar a su oficina, donde suponía estaría encendida la calefacción.

Se fue hasta el baño en su habitación y allí luego de un rato se sumergió en la tina llena de perfumes y jabones. Se puso a pensar en el omega en la cocina. Ella lo había tratado muy mal y sin embargo se hallaba haciéndole el desayuno para que tuviera energía. ¿Le iba a poner algo de veneno...? Claro que no, si ella moría probablemente deberían lidiar con la depresión de Rose. ¿Entonces qué?

Oyó dos toques delicados en su puerta —. Lisa, apresúrate. Son las ocho y cuarto.

Mierda.

Se enjuagó lo más rápido que pudo y salió. Se envolvió en una toalla y buscó otra para secar su cabello. Jimin ya había salido de su cuarto, corrió y tropezó con la alfombra peludita que había en medio de su habitación. Maldijo y se levantó para llegar a su ropa perfectamente acomodada en la cama y vestirse.

Ya vestida buscó su peine en la repisa junto a su espejo y se cepilló el cabello bruscamente. Desaciendo cualquier nudo en su cabello a la fuerza. Cuando terminó se maquilló un poco, muy poco, sólo una máscara para pestañas, brillo labial, delineado en los párpados y listo.

– Gracias, Jiminnie –dijo apenas vio que todo estaba servido y listo para ella. Unos hotcakes con el frasco de miel a un lado, para que pusiese lo que le parezca correcto, un café, nuevamente con el tarro de azúcar para que ella pusiese su cantidad necesaria, algunas frutitas picadas y una sonrisa en el rostro del pelirrubio.

– No es nada –rió viendo cómo la alfa en frente se casi se ahogaba con su desayuno y recurría al vasito de agua que dejó a un lado.

Se fue de la casa, ahora de verdad. Sentía sus piernas doloridas ya que había dormido con ropa de calle. Caminó por las no tan transitadas calles de Seúl y tomó el bus, que a esas horas ya tenía turno.

Miró su celular un rato mientras llegaba. Cuando estuvo cerca tocó el timbre y bajó del vehículo. Cuando llegó a casa se relajó. Realmente no tenía ganas de nada. Por la tarde tendría su cita con el Señor Yoongi. Estaba tan entusiasmado.

me encanta esto, hay 800 palabras y borré la nota y quedaron 797, eso duró la nota jajajs

Jiminnie's boutique ♕ YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora