Save Me

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Save Me

"El azúl de sus ojos reflejaban lo más bello del cielo y los de ella lo más horrible del infierno. Simplemente, que en este caso los papeles eran diferentes"

—Boruto... —un susurro lleno de tristeza salió inconcientemente de sus labios al ver aquella bandana tirada en la entrada de la aldea.

—Así que... ¿se fué?— Shikadai hizo acto de presencia de inmediato, como era de esperarse comenzó a analizar la situación. —Supongo que no era de extrañarse, Boruto ha tenido cambios radicales, con todo lo que ha pasado...

—Ese imbécil…— apretó con fuerza aquella bandana que estaba entre sus manos, una mezcla de furia y tristeza atacaban su mente— ¡Tenemos que ir por el!— estaba dispuesta a tomar rumbo a su casa, dónde posteriormente se alistaria con los necesario para ir en busca de su compañero de equipo. Pero paró en seco al sentir una mano aferrarse a su hombro.

—No creó que sea lo correcto— Kakashi apareció ante los jóvenes, su mirada recaía profundamente en los ojos llorosos de Sarada quién en un intentó vano de ocultarlos bajo su cabeza evitando todo tipo de contacto con el ex-Hokage.— Sarada, Shikadai, Konoha esta pasando momentos difíciles. Desde el ataqué de Kawaki  junto a Kara, la desaparición de séptimo y tu padre—al decir eso sintió como un poderoso dolor agudo se insertaba en su pecho, recordar el momento en que su padre recibió un poderoso ataque para proteger al séptimo para posteriormente desaparecer en un extraño portal negro, completamente herido. Le dolía recordar la sonrisa que su padre le dedicó a ella y a Boruto antes de desaparecer. — Si Boruto decidió irse, no hay nada que podamos hacer. El desde ahora en adelante será considerado un receptor. —Posteriormente a su lado en una gran nube de insectos apareció su antiguo maestro de academía, Shino Aburame.

—Ya he mandado a recolectar información de el... — como era de esperarse prosiguió sin palabras innecesarias— Como consecuencia, el ha exterminado a todos mis informantes— un pequeño escarabajo se posó en su dedo. —Es inevitable, Boruto Uzumaki desde ahora en adelante es un traidor de Konoha.

Un golpe fuerte hizo eco en el acto, todo debido a cierta chica azabache que había golpeado en un acto de rebeldía una de las paredes de una vivienda abandonada, como consecuencia esta había caído de manera inminente.

—Sarada... —Shikadai trató de hablar con ella, pero ella desapareció en medio de los escombros de lo que alguna vez fue una vieja vivienda.

Eran demasiados sentimientos con los que cargaba la pobre chica de tan solo diecisiete años.

Su padre estaba desaparecído, su madre en un estado de coma preocupante debido a la cantidad de chakra exagerada que gasto para invocar a Katsuyu y curar a miles de civiles heridos. Y ahora sus mejores amigos, Mitsuki había desaparecido, pero a diferencia de Boruto este había decidido hacer un viaje con permiso de el Séptimo para explorar diferentes naciónes ninjas, no había sabido de su paradero desde hace dos años. Y Boruto, su estúpido compañero, talentoso, soberbio... Pero sobre todo, el chico que aún mantenía viva una parte de su corazón. Si, Sarada había despertado nuevos sentimientos por su compañero de equipo. Aquellos ojos azules habían capturado una parte escencial de su corazón.

Todo comenzó aquél día cuando el joven le dió una de sus más radiantes sonrisas, junto a las palabras.—"Cuando seas Hokage te protegeré Sarada"—no lo pudo evitar y cayo rendida en su cama, ni siquiera se dió cuenta cuando llegó a su habitación, su noción del tiempo y de la realidad mísma no estaban bien, definitivamente no lo estaban.

“Sarada yo te protegeré... ”

—Maldito imbécil, ¡no mientas!— el recuerdo de aquéllos ojos azules amenazaban con llevarse su cordura. Acercó aquélla bandana vieja a su pecho.

Ella tenía miedo, tenía miedo de perderlo.
Primero su padre, luego su madre y ahora aquel que había capturado una parte esencial de su corazón desaparecían de su vida.

Ella no podía dejar que las cosas se quedarán así.

Apreto sus puños con fuerza y posteriormente se dirigió a su closet, comenzó a empacar sus armas ninjas, junto a provisiones que necesitaría.

Recuerda perfectamente aquel día que Mitsuki aparentemente había desertado de la aldea, y recuerda como Boruto no dudo ni un segundo en ir por el, ella estaba segura que si ella se iba de la aldea el iría por ella. Así que ahora le tocaba a ella, asi como fue por Mitsuki, iba ir por el.

Iba a salvarlo.

Salió de la casa rumbo al hospital, allí dónde se encontraba el cuerpo en estado vegetativo de su madre. Se acercó con sigilo, procurando que no hubiera nadie en la sala, al estar lo suficientemente cerca de su madre se inclinó a una altura considerable, le sonrió como de costumbre, y posó sus dedos en su frente.

—Estámos conectadas— dijo finalmente para después darle un beso en dicha parte— Nos vemos mamá, te prometo que traeré a Boruto, y juntos le pondremos fín a este infierno. Por mientras, simplemente descansa. —dió por finalizada su improvisada visitá, y luego tras ver a su madre por última vez en lo que sería un tiempo indefinido—o en peores casos, para siempre—dió comienzo a su búsquedad. Al llegar a la salida de la aldea, aquélla que estaba rodeada por una gran pared. La escaló fácilmente, debido a que dicho lugar estaba bastante descuidado, y sobre todo los ambus que la resguardaban, al menos la mayoría habían muerto trás el ataqué de Kawaki. Vió por última vez su hogar, procurando recordarla con detalle, vió con orgullo la montaña de los kages la cuál estaba destruida, pero aún asi se podía divisar la cara de aquéllos heroes shinobis. Y luego despareció, en aquél frondoso bosque que daba bienvenida a lo desconocido.

Pero desde la sombras, una figura hacía acto de presencia, aquélla figura que vió como la Uchiha desaparecía en medio de la noche.

—Buena suerte Sarada...

Mientras que en otro lugar alejado de todo típo de contacto con la sociedad, cierto rubio se retorcía en dolor, después de haber plantado un Kunai en su mano derecha, la cual sangraba de manera preocupante, pero eso no servía de nada, de su mano no desaparecía aquélla marca que añoraba borrar, aquélla marca que aquél demonio había dejado en su mano como símbolo de la desgracia que lo perseguiría el resto de su jodida vida.

“Todo lo que tienes lo perderas, ¡oh, hijo del hombre! ”

Un grito hizó eco en aquel remoto lugar, un grito que pertenecía a un chico desesperado que estaba a pocos pasos de caer en el mundo de la discordia.

El grito de un chico que necesitaban que lo salvarán.

"Save Me"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora