Entre callejones

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Capítulo único: Entre callejones

Mi mente dejó de funcionar al salir expulsado de un techo en llamas. Mientras caigo, voy lentamente tomando conciencia del vacío contaminado por la ruidosa ciudad nocturna que me está recibiendo con una lentitud que llega a ser molesta. Me pregunto vagamente si será obra de mi mente con la esperanza de prolongar este momento.

La misión fue todo un éxito. Asesiné al sujeto que estaba vendiendo información de Port Mafia a organizaciones extranjeras antes de que pudiera hacer una nueva transferencia. Pero tuve que hacer un pequeño sacrificio para ello. Sobra decir que ese sacrificio soy yo.

Ahora mismo no me queda otra que entregarme a la paciencia. A la llegada del crudo impacto que destrozaría mi cuerpo.

Con la mirada contemplando hacia el cielo, me fijo que ésta se encuentra totalmente enrojecida. Igual que la sangre que nace a borbotones de mi interior abriéndose paso por mi carne abierta y ropajes rasgados.

No acostumbro a distraerme en las misiones, pero por esta vez me regalo un minuto de descanso, ya que estoy a punto de morir. Mientras el cielo se agranda ante mis ojos, sin obedecerme, estos comienzan a cerrarse. Mis parpados me pesan y no puedo sujetarlos.

Entonces escucho como cientos de bombas minúsculas explotan una tras otra expulsando humo y llamas por todos los huecos disponibles del edificio. Juntas, crean sonidos semejantes a gritos. Juntas crean el caos.

Estoy cansado.

Ya se acerca. No creo que importe mucho. De hecho, creo que hasta cierto punto lo estaba esperando. Esa compañera fiel que me ha seguido desde que nací ha llegado a recogerme. Dejaré que me abrace a gusto ya que no tengo motivos para detenerla. Gin está bien posicionada en Port mafia y a Higuchi logré sacarla del edificio a tiempo. Al parecer, dejé todo listo solo para que llegara este momento.

O eso pensaba hasta que mi casi inerte cuerpo deja de caer. Abruptamente, siento que estoy volando, pero no soy yo.

Alguien me tiene sujeto de la cintura y su mano aprisiona la mía con fuerza. Intento zafarme y golpear al entrometido bastardo, pero ni Rashomon me responde ni tampoco mi propio cuerpo, todo es demasiado pesado ahora. Derrotado ya por mí mismo, sencillamente cierro mis ojos abandonándome a este ángel, a quien deseo cortarle las alas para que caigamos juntos y que nuestros cuerpos se rompan como las marionetas que somos.

Sea lo que sea que quiera hacerme que lo haga. Yo ya estoy muy lejos de su alcance.

Akutagawa's Pov end.

El frio viento se alza con la presencia de la luna llena. Y con ella, se levantan los cientos de granitos de arena que sujetan el liviano cuerpo de un joven que yace inconsciente recostado sobre ellas. El tiempo que lleva ahí no es demasiado, pero cuando la incomodidad es insoportable, su cuerpo egoísta lo despierta demandando una mejor posición. O al menos una cama decente. Hace ya mucho tiempo que dejó de dormir en la calle.

Sus ojos comenzaron a abrirse lentamente mientras su primer y decepcionante pensamiento se cruza por su cabeza. Estoy vivo. Naturalmente, la prueba de ello es el insoportable dolor que le cayó repentinamente encima, como una ola de piedras en su estómago vacío. Eso y la arena que se levantó con el viento y casualmente le cayó en la cara dándole una desagradable sensación de suciedad y asco.

Al menos el cielo ya no estaba rojo. Lástima. Sin embargo, no más ver el cielo, el pelinegro por fin se acuerda de algo preguntándose: ¿Dónde está?

Entre callejonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora