Carta VIII.

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¿Qué tal, hermoso ángel?

Ayer espere todo el día para dejarte aquella notita, pero como no te ibas tuve que dejarla en tu casillero y no en tu pupitre (como siempre), así que no pude ver tu reacción:(.

/sufre mil años.

¿Te puedo hacer una confesión?

—Suponiendo que dices que sí, lo escribiré (soy imbécil, lo sé)—.

Realmente los martes nunca se me han hecho atractivos, pero desde que llegaste —sí, querido, todo el maldito año te he observado—, cambió mi punto de vista. Los martes te puedo oír cantar. Los martes te pude hablar. Los martes te puedo observar sin problemas. Los martes comencé a soñarte, Alex. Porque por ti, los martes se volvieron especiales.

-Un dramático J.

¿Qué tal, chico lindo? [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora