Prólogo

97 10 2
                                    


Una solitaria figura negra caminó dudosa hacia el río. Elevó el hocico y olfateó el aire, sus costados levemente erizados. Miró hacia un lado cuando las ramas crujieron y un atigrado apareció.

-¡Vuelo de Cuervo!- gruñó con sorpresa al ver al gato negro- ¿Qué haces aquí?¿En territorio del Clan de la Corriente?- su nuca estaba erizada, aunque sus uñas seguían escondidas.

- Jamás pensé que debería recordarte que en el clan Estelar no hay fronteras, Cola de Camaleón- respondió el gato sacudiendo la cabeza.

Cola de camaleón soltó un silbido molesto.

-Jamás te he visto por aquí, ni he captado el olor de tu Clan, a pesar de que no haya fronteras...- murmuró mientras agitaba la punta de la cola y se sentaba.

Vuelo de Cuervo volvió a olfatear.

-Tampoco puedo oler rastros del Clan de la Corriente, aparte del tuyo...- maulló, después entornó los ojos.- pero si huelo a Clan del Páramo...

-¡Tontorronas bolas de pelo! Ese rastro es mio...-  ronroneó una gata color avellana mientras trotaba hacia ellos.- ¿Con que aquí te visita el Clan estelar?- maulló con un brillo esperanzado en la mirada.- Quizá vea a Jilguero...

Cola de Camaleón gruñó:

-¿Qué hacemos todos aquí?- espetó cuando una cuarta figura gris quedó a la vista.

-Esta claro...- maulló la gata color avellana- una profecía...- no había acabado la frase cuando el viento aumento en intensidad.

Sorprendidos los cuatro felinos se agazaparon, aunque sus sentidos estaban alerta. El viento arrastró hojas secas con él, y azotó con ellas a los curanderos, que se veían diminutos e indefensos allí.

-¿Qué ocurre? ¡En el Clan Estelar no hay estación sin hojas!- aulló Cola de camaleón para hacerse oir, mientras sus uñas se clavaban en el suelo para no ser arrastrado por la corriente de aire.

-¡Estúpida bola de pelos! ¿No sabes aun que esto es una profecía?- bufó el cuarto gato- Debes aprender a escuchar... Cola de Avellana lo ha dicho hace menos de...- el furioso silbido del viento se llevó sus palabras.

Las hasta ahora tranquilas aguas del río comenzaban a agitarse, hasta que parecía tan peligroso como las olas de la playa un día de tormenta. Las hojas cayeron en el agua, que las arrastró, hasta que prácticamente solo se veían ls diversos tonos verdes y marrones de estás. El viento disminuyó, pero la corriente siguió llevando hojas. los cuatro felinos, aun temblando por la tensión se elevaron levemente, los ojos y orejas puestas en el río. Entonces las hojas se separaron, y un gran leopardo negro asomó el hocico, saliendo del río, ahora de hojas. mostró los dientes y rugió con ferocidad, sus ojos amarillos brillando salvajemente. Saltó hacia los indefensos gatos. Vuelo de Cuervo se elevó sobre sus patas traseras dispuesto a enfrentarlo, a pesar de que el enorme felino lo aplastaría igual que habría podido hacer él con un escarabajo molesto. Cola de Avellana se agazapó soltando un chillido agudo de pavor, preparada para huir de allí, pero sin querer apartar la atención de lo que sucedía. Cola de camaleón se tropezó con sus propias patas, cayendo torpemente al suelo, su mirada voló hacia su enemigo mientras sacaba las uñas y dejaba ver sus colmillos. Hoja de hielo se tensó preparado para luchar. 

El impacto habría llegado de no ser porque un enorme animal dorado saltó, atacando al leopardo negro con un rugido feroz.

-¡Un león!- jadeó Vuelo de cuervo mientras retrocedía.

El leopardo negro, de casi el doble en tamaño, derribó al león sujetándolo, pero un segundo leopardo más pequeño y de tonos anaranjados se apresuró a ayudarlo, mientras los tres grandes felinos peleaban en el centro, guerreros de los clanes corrieron hacia el leopardo negro, pero de su lado aparecieron más gatos, proscritos. Sus costillas visibles bajo sus escuálidas pieles, se les veía tan pequeños por el hambre, que sus colmillos y uñas parecía desproporcionadas. Ambos bandos se enfrentaron en un brutal choque de uñas y dientes.

Todo acabó. los cuatro gatos estaban solos ahora, el arroyo borboteaba tranquilamente. El viento era solo una brisa, y la sangre y los gatos parecían haber desaparecido como lo haría el rocío al amanecer.

Se miraron entre ellos, sus pupilas aun dilatadas y sus costados subiendo y bajando al ritmo de sus respiraciones agitadas.

-Esto es una profecía...- murmuró Cola de Avellana, comenzando a lamerse el pecho y costados.- Y para todos los Clanes...

-Quizá entre todos debamos descifrarla- propuso arañando el suelo Vuelo de Cuervo- Yo diría que algo nos amenaza a todos, y tendrá proscritos apoyándolo, pero nosotros contaremos con...¿un león y un leopardo?- se encogió de hombros- Y juntos venceremos...- agitó una oreja al finalizar.

-O quizá no... No hemos visto el final de la batalla... Qué ganemos o no, está en nuestras patas...- la voz de Hoja de Hielo sonó ronca.

-Creo que se quien puede ser el leopardo negro...- musitó tras un denso silencio Cola de Avellana, moviendo las zarpas nerviosa.- Según parece ha nacido de una de una corriente de hojas, en mi Clan hay una guerrera llamada así, y su cachorro se llama Leopardino, a pesar del nombre es gris muy oscuro, casi negro, con un manto moteado negro.

-¿Un aprendiz?- preguntó Hoja de Hielo.

-Qué será guerrero...- gruñó Cola de Avellana.

-Bien.- cola de camaleón había estado callado, moviéndose de un lado a otro subió la cabeza.- el león quizá sea Rugido de León, y el leopardo Manto de leopardo.

-¡O quizá Huella de León!- exclamó vuelo de Cuervo.

Hoja de hielo soltó un leve gruñido, como si le molestara que ningún guerrero de su Clan pareciera involucrado.

-Ambos debéis aseguraros de que los posibles gatos sean leales y dispuesto a luchar con fiereza por su Clan. Ellos serán los que derrumbaran al leopardo negro... SI es que lo derrumban... Cola de Avellana, avisa a Estrella de Fango y...

-¡¿Quieres que pierda las orejas?!- bufó ella- ve tu a hablar un rato con Estrella de Fango sobre el Clan estelar- su cola se sacudió ferozmente.

-Vale... tranquila...- musitó Hoja de hielo- Entonces quizá deberías poner un ojo encima de Leopardino.- propuso.

La gata alzó la cabeza.

-Uhm...- entornó la mirada- Podemos hacerlo así... y si alguno tiene que hablar con el resto que mande un mensajero, yo trataré de revisar las fronteras de vez en cuando.- finalizó.

Todos asintieron de acuerdo.

Gatos guerreros. Distintos Snederos #8 Saga. el destino de los clanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora