Único

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Sus respiraciones eran irregulares, sus corazones latían con desenfreno.

Bajó sus labios por la tersa y suave piel causando jadeos y suspiros de la receptora de sus caricias. Sus manos recorrían todo lo que podían recibiendo caricias de vuelta, unas tiernas y torpes.

Alzó la mirada y miró aquellas orbes azules nublada por el placer que le proporcionaba, pero cuando aquellos pozos se posaron en su persona, pudo notar el amor y el cariño que su portadora le tenía. Llevó una de sus manos al rostro y con su pulgar esparció sutiles caricias. Ella lo miró y no pudo evitar recordar lo que la llevó esto, a aquella aventura donde se estaba consumiendo y no le importaba salir quemada.

~•~

Sus ojos no pueden evitar seguirlo, sus cabellos negros como la noche y sus ojos castaños la hacían temblar. Sentía anhelo de que él le correspondiera, que la notara, que la quisiera.


- Kag, déjalo. - su amiga la llamó con cariño y tristeza. La miró y solo pudo bajar la mirada triste y con un lindo sonrojo en sus mejillas. - Debes dejarlo ir, él no se merece lo que sientes por él. - sonaba algo cruel, pero deseaba que su amiga, su casi hermana encontrara a alguien que la quisiera de verdad y no para un rato. Miró al chico e hizo una mueca, este se encontraba junto a su 'novia' la capitana del equipo de natación y podía jurar que esa mano bajo la mesa, no estaba específicamente en su pierna. Miró de nuevo a su amiga y suspiró. - ¿Quieres ir al cine? He oído que hay una buena película. - internamente deseaba que accediera, no quería verla sola y llorar por el miedo.

La azabache alzó la mirada y miró a su mejor amiga. Notó algo de temor en sus ojos cafés, mojó sus labios, ya sabía el género.

- Bien, pero si mañana vengo con ojeras será tu culpa. - bromeó un poco.

En respuesta recibió un abrazo efusivo y uno besos un su mejilla. Pero aquella tierna escena fue interrumpida por una voz femenina y con tono arrogante.

- Miren, aquí tenemos a nuestra querida presidenta y su amante. - miró y vió a Kikyo Agasaki. Y a su lado estaba él, el cual tenía un brazo sobre los hombros de la pelinegra y sonreía con prepotencia.

- ¿Por qué no vas a joder a otra parte guacamaya de cuarta? - dijo Sango con sorna.

- Mira lesbiana es... - no pudo seguir, pues una voz masculina la interrumpió.

- Agasaki-san, le recomiendo que se abstenga de continuar con su oración. - una mirada azul grisáceo la miraba con fiereza.

- ¡Tú no te metas, Higurashi! - gruñó el de ojos castaños.

- Me meto porque puedo, Mitsui. - se acercó a la oji-azul, la cual tenía el ceño fruncido, los labios contraídos y los puños cerrados. - Kaichou, creo que los precentes merecen una amonestación.

Kagome no quería del todo perjudicar al oji-castaño, pero estaba cansada.

- Creo que tienes razón, Makoto. - sonrío. Miró al grupo frente a ella. - Agasaki, Mitsui, se les ha dado las tres advertencias y no han hecho caso, esto será dado a conocer al director y él decidirá su castigo. - tomó su bandeja y junto a Sango y su hermano se dispusieron a retirarse.

Una vez lejos de la cafetería, Sango comenzó a brincar y tomando de las manos a Makoto, comenzaron a danzar entre brincos con una enorme sonrisa.

- ¡Aleluya! - exclamaban a la vez.

- ¡Por fin hace algo contra él! - decía Sango mientras bailaba la Macarena.

Makoto absorto en el mundo de felicidad y orgullo de hermano mayor, deliraba de su propia manera.

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