Capitulo Único

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La escasa cantidad de amigos que poseía el castaño lo hacía un completo inexperto en el tema de los cumpleaños, por ello ahora estaba en una encrucijada... ya que esta vez quería entregar un presente para alguien que si le importaba y cuya opinión valía oro para él (por mucho que le costase admitirlo) ¡Es más! Si tenía suerte, podría hacer que el muchacho saliera de su cascarón y lo invitase a salir.

La simple idea la hacía feliz en el fondo de su ser.

En fin, él era el único culpable de que le gustase el muchacho más "imposible" de toda la academia, pero es que a sus ojos era tan lindo: todo un caballero, sin mencionar que cada vez que hablaba con él no salía con alguna babosada como usualmente pasaría con cualquier otro chico, no, él era completamente diferente, siempre tenía una respuesta asertiva, siempre estaba de buen humor para con él, siempre tenía la palabra justa y era adorable como solo él podía serlo.

Se dio cuenta de esto cuando, de un tiempo a ahora, se sonrojaba como nadie cada vez que le veía pasar cerca de él, le sonreía o tan siquiera le saludaba: según sus compañeros era demasiado obvio, pero él, como buen hombre, no lo notaba, o al menos eso le parecía. Quizás tuviese que ver con el hecho de que cada vez que él intentaba hablar en otro tono, acababa por revelar una actitud un infantil que pareciera que todo lo que decía era broma, pero no era su culpa, es solo parte de su personalidad, y luego terminaba por recriminarse en su habitación al ser tan torpe con un chico tan bueno. Así que, lamentablemente, él también tenía gran culpa de la situación en la que se encontraba.

Por lo que, aunque fuera solo su amigo, hoy todo sería diferente, bueno... en realidad no. Era el cumpleaños del muchacho en cuestión y llevaba días con el pensamiento de que quería regalarle algo, cualquier cosa... pero solo cualquier cosa que fuera del agrado de él, y he allí donde radicaba el gran problema del castaño: ¿Qué podía regalarle? No estaba del todo seguro, por sus charlas conocía algunas cosas que le llamaban la atención al mayor, pero no tenía ni idea de nada en concreto y eso lo tenía en penurias.

Pensó a preguntarle a los amigos de este pero descartó la idea de inmediato: cualquiera de ellos simplemente, sumado a darle terribles e inutilizables ideas se burlarían de él, lo cual era algo que no quería en lo absoluto. Era allí donde estaba otro gran problema ¿por qué podía contar con tan poca gente para estas cosas? Blue no estaba por las cercanías, seguramente estaba ocupado en su club, Dream era también buena opción, al ser hermano del mejor amigo del chico seguro que sabía sus gustos... pero estaba ocupado con el club de tiro al arco, que el día de hoy tenía su demostración.

¡Qué bueno, buenísimo era todo este asunto!

Acomodó su larga bufanda mientras caminaba con el ánimo por el subsuelo, necesitaba una idea, algo... de verdad necesitaba algo. Una vez al ver aquellas novelas que tanto disfrutaba el azabache, noto algo sobre que cuando querías de verdad a alguien, debías prepararle algo que viniera de tu corazón, comida... comida.

¡Comida!

Ink corrió pensando que era la mejor idea de la vida, eso era, le prepararía un pastel y se lo llevaría, entonces lo comerían juntos y asunto arreglado, pero que idea tan maravillosa. Estaba tan feliz que no cabía en sí de la emoción mientras corría por los pasillos en búsqueda del club de cocina, allí estaba todo lo que necesitaba sin contar que tenían libros de recetas y todo lo necesario, era lo bueno de estudiar en un instituto como aquél. Luego de correr por casi la mitad del campus llegó a su objetivo con una clara mueca de superioridad, sonrió al verle vació... pero al entrar su sonrisa se fue en una clara mueca de sorpresa:

Allí estaba Ccino, horneando quien sabe qué cosa con su expresión sonriente de siempre. Pero a pesar de su concentración la presencia del más alto no le pasó desapercibida.

PastelWhere stories live. Discover now