Amistad

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Orgulloso, eso era lo que mejor describía al pequeño niño de cabellos rubios cada vez que su madre tenía que hablar de él y no lo negaba, en cierta parte era bueno que a tan corta edad tuviera tanta confianza y seguridad sobre lo que hacía, su quirk era fuerte y la envidia del resto de los infantes de la calle donde vivía pero tambien tenía algo en contra y eso era la incapacidad que comenzaba a crear para aceptar sus fallos, esos que de cierta forma denotaban que quizás al final de todo el pequeño no era tan perfecto como se lo hacían creer los excesivos halagos de la gente.

Y sin embargo sucedió, al admirado y aveces algo temido Katsuki Bakugo por primera vez desde la aparición de su quirk fue confrontado y aún su relativamente no había perdido si que sentía algo distinto dentro suyo, no fue necesario un golpe ni cualquier otro tipo de lesión física, no... solo un rostro regordete lleno de decisión fue suficiente para tirar abajo su pensamiento más erróneo, a final de cuentas no era invencible ni perfecto, y una pequeñita de fue la encargada de bajarlo de su creciente nube egocéntrica.

—¡Enserio lo hizo!— grito otro niño que se mantenía como espectador.

—No debiste meterte con ella, es una niña— se quejó otro infante al imaginarse a la susodicha con alguna lesión por la brusquedad de Bakugo.

—¡Es verdad! te meterás en un problema, ella es más débil que tu—.

Hasta ese momento el pequeño rubio que se mantenía en un extraño dilema interno puso atención a lo que decían sus supuestos admiradores y por primera vez fue incapaz de darles la razón.

—¿Que dijiste, cabeza hueca?— murmuró seguido de un chasquido de lengua.

Ambos niños se congelaron temiendo ser los próximos, eran grandioso admirar a su compañero rubio pero ni locos se le enfrentarían.

—S-solo decía...— balbuceó cubriéndose el rostro con ambas manos —¡n-no me hagas nada!—.

Antes de que el pequeño rubio pudiera hacer algo la voz agitada de la profesora los hizo voltear, la expresión de Bakugo cambio de enojo a una de nerviosismo cosa para nada usual en él.

—¿Que ha pasado aquí? creí haberles advertido que fueran precavidos con sus quirks—.

—¡Fue él, no hizo caso!— gritó uno de los niños mientras corría hacia la profesora fingiéndose inocente —¡le dijimos que le haría daño! ¿y si la mató?—.

Con tal nivel de dramatismo no fue difícil contagiar al resto de los menores que ahora no solo le veían con miedo sino que estúpidamente repetían las palabras del otro niño creyendo que con su mediano control de explosiones sería capaz de provocarle un daño mortal a la niña de la cual irónicamente hasta ese momento nadie se habia molestado en ir a asegurarse que estuviera bien, la joven profesora estaba mas ocupada evitando una crisis de pánico.

—Todos son unos llorones...— dijo el pequeño en voz baja a la vez que fruncía el ceño, todo eso le estaba abrumando.

Mientras tanto, entre la nube de polvo que comenzaba a disiparse en su totalidad una pequeña de cabello castaño lentamente se ponía de pie, tenía un par de raspones es sus manos y piernas así como una gran macha de tierra cubriendo su mejilla izquierda pero fuera de eso no habia señal de un daño mas grave. Ajena al alboroto del resto de sus compañeros solo se limitó a sacudir sus ropas de colores pastel y con tranquilidad caminó hasta Bakugo que cada vez se llenaba mas de enojo.

Tímidamente toco el hombro del rubio que pegó un pequeño brinco. Apenas le vio de pie y con expresión tranquila no supo si sentirse aliviado de enserio no haberla "matado" o gritarle que gracias a su ella ahora no dejaban de hacerlo ver como un abusivo, sin embargo la pequeña se adelantó a cualquier reacción y habló:

Instant Crush [Kacchako]Where stories live. Discover now