Más que un simple amor pasajero fuiste un verdadero compañero, me llenaste de ideas y me has inspirado a creer más en mí. Poco fue el tiempo que disfrutamos al lado del otro pero fue suficiente para saber que me llenarías el corazón; me has abierto a nuevas expectativas y a aventurarme a seguir mi camino y vivir nuevas experiencias.
Me dolió el que rompieras la promesa que según tú no romperías nunca más y todavía me duele un poco, pero no me engañaré, no seguiré creyendo más en falsos cuentos. Y todo te lo debo a ti.
Gracias por tus enseñanzas, por tu sinceridad, tu amabilidad, tus consejos, tus halagos que me hicieron quererme un poco más; por tu caballerosidad y perversidad, por tratarme con el respeto que merecía y por ser siempre el que me sacaba las más grandes sonrisas en los momentos oportunos.
Me abriste la mente, encontraste una compuerta a mi corazón que otros con simples atajos han querido llegar pero concuerdo conmigo que no seré quien les deje entrar. Y ¿cómo no haberte querido tanto? Si tus encantos me llamaste la atención, me tratabas como si fuera una princesa que necesitaba a un simple ladrón para recorrer más allá de donde la imaginación se limitaba, me demostraste que siendo tú mismo me atrapaste en una trampa de la que no me quejaba para salir de ahí y que a veces el físico no se puede evitar admirar, por lo menos un poco.
Creo que quizá en un futuro nos podemos encontrar pero ya no sabremos nada del otro: tú podrás cambiar al igual que yo y que todo será diferente pero me dará gusto volver a verte; no te guardo más rencor es más, te agradezco a que me prepararás para este mundo.
Estaré lista para todo y todo te lo debo a ti.
Muchas gracias, espero que al menos mantengas tu característico humor contigo en lo que te queda de vida.
Gracias J.
Con cariño, hasta luego.
-V.
