Todo empezó el 14 de septiembre del 2014, apenas me levantaba de mi cama, estaba feliz, alegré, entusiasmado porque era el día de mi cumpleaños, mi mejor amigo Daniel elaboró una fiesta, una sorpresa, un regalo que el mismo hizo. Salimos de mi casa a las 6:30 para llegar lo antes posible al salón ya que el recorrido duraba aproximadamente una hora y media, durante el camino, estuvimos hablando y jodiendo como siempre lo hacíamos, éramos felices y sin ninguna preocupación, como cualquier adolescente a nuestra edad.
Al llegar al salón, me recibieron muy felices los invitados quienes eran nuestros compañeros del colegio, después de saludar al ultimo invitado, me ataron a una silla y me empezaron a lanzar huevos, tirarme el kumis del refrigerio que nos dieron hace 3 meses atrás. Quede echo un desastre, olía muy mal, pero estaba feliz porque eso ya era como tradición del colegio. Luego de desatar me, me dirigí a darme un baño y cambiarme de ropa, ellos me dieron ropa nueva, un jean color negro rasgado en las rodillas, una camisa negra con un lobo hermoso de color blanco, unos tenis rojos oscuros, y una chaqueta de color negra con mangas azules.
Empezamos la fiesta, nos divertimos demasiado, bailamos, reímos, tomamos un poco de vino, saltamos asta no poder más, técnicamente fue la mejor fiesta que pude a ver tenido, la fiesta que nunca iba a olvidar, y lo que pasaría después, no iba a permitir que la olvidará, !jamas¡.
Al terminar la fiesta, salimos del salón a las 3 am, nos encaminamos hacia la casa de Daniel era obvio, era la casa que nos quedaba más cerca a diferencia de la mía que nos tocaba una hora y media en llegar, la de el quedaba a veinte minutos del salón. En el camino nos encontramos a dos ñeros, también conocidos como ladrones, les decimos hací en mi país. Y con uno de ellos había tenido yo un problema por no dejarme robar en anteriores ocasiones, Daniel me dijo -Venga, vámonos por otro lado- nos dimos la vuelta y empezamos a caminar. Al momento que nos dimos la vuelta, Daniel miro hacía atrás, noto que uno de ellos saco una pistola y me apuntaba a mi. Sin pensarlo antes de que disparará, Daniel me empujo duro, y pues, la bala no me callo a mi, le callo a Daniel en la cabeza. Los ñeros salieron corriendo del lugar, mientras tanto yo, me quede en shok, asustado, con miedo, un compañero que nos seguía llamo a la ambulancia para que se llevarán a Daniel para el hospital, llame a la madre de el para decirle lo que paso. Ese día no pude dormir, no paraba de llorar y de echarme la culpa de lo ocurrido.
Daniel se quedo en coma dos días, en esos días lo visité, y cada vez que lo miraba en la camilla se me salían las lágrimas. En el segundo día que el estaba en coma, cuando me fui del hospital, paso una hora, y después me llamo la madre de Daniel, diciéndome con la voz quebrada y llorando -Daniel acabo de morir, los médicos no pudieron hacer nada para salvarlo- en esos momentos no respondí, no me moví, solo me quede parado durante 5 minutos, las lágrimas salían de mis ojos y recorrían mis cachetes como caricias, deje caer el celular al piso y seguí caminando. Decidí perder todo contacto con los padres de el, también de no ir al funeral, se que debí ir, pero la tristeza me abrazaba como una manta, como si me consumiera poco a poco. Mis cumpleaños no fueron hacer los mismo, los empecé ha odiar.
Ya mañana se cumplen 4 años de lo ocurrido, aun me duele, aun siento la culpa, en toda esta semana no he dejado de pensar en lo que paso, se me hace nudos en la garganta en ocasiones porque la verdad, me hubiese gustado que la bala me hubiera dado, que yo estuviera muerto y el vivo, que siguiera vivo, o mínimo me hubiera gustado despedirme de el, que el me escuchara decirle gracias por lo que hizo, por salvar mi vida.
Hací son mis cumpleaños.