6:45 a.m.
Mierda, ahí viene.
Desde lejos podía observar como una mujer se acercaba al edificio en donde él vivía, estaba en el lobby esperando la hora de partir a trabajo esa mañana, el corazón se le aceleró. Se acomodó el cabello, miro su vestimenta y se sentó en el sofá. La mujer peliazul entró por fin al inmueble.
-Buenos días, Uzumaki-san - saludó ella.
-Buenos días, Hinata-san. - correspondió de forma cortes.
Seguramente fue a hacer algunas compras rutinarias antes del trabajo, pensó él. Ya que venía con dos bolsas, una en cada mano. Las bolsas tenían un logotipo que él no pudo distinguir. El rubio hacia como que leía el periódico pero en ocasiones él la miraba sin que ella se percatara. Traía puesto una falda de vestir un poco más arriba de la rodilla, se le veían sus hermosas piernas, ¡Y qué piernas! Daria lo que fuera por que se enredaran en mis caderas, ¡Hey! Concéntrate, Hinata es una chica decente. También vestía una blusa blanca, el cabello lo tenía recogido en una coleta alta y en la frente caían mechones los cuales formaban su flequillo, calzaba unos tacones negros. Cruzó el lobby y tomo el elevador hasta su departamento. Naruto la miró embobado.
Le encantaba, esa mujer lo tenía loco desde que se mudó al edificio, llegó hacia como seis meses, y en cuanto la miró por primera vez por los pasillos quedó maravillado. Tenía un par de ojos que jamás había visto, color perla, te hipnotizaban nada más de verlos. Naruto, solo podía admirarla de lejos, y a veces de cerca pues era su vecina de departamento. Nunca se había animado a entablar una conversación más allá de un saludo, solo estaba a su alcance levantarse más temprano de lo habitual para escuchar de su dulce voz decirle Buenos días. Sin embargo, eso le bastaba para irse feliz al trabajo.
Miró su reloj y notó que ya era hora de empezar su día laboral, tomó su portafolio, llamó al ballet parking.
-Buenos días, Uzumaki-san. - Saludó un trabajador, de aproximadamente 40 años. - Aquí tiene las llaves de su auto.
-Gracias, Inaki. - tomó las llaves, se subió.
- Por cierto, no es por ser atrevido. - el hombre castaño del ballet parking miró al rubio. - ¿Cuándo se lo dirá a la señorita, Hyuga-san?
Naruto se sorprendió, mierda, ¿tan obvio era?
-N-no sé de qué hablas, d-decirle ¿qué cosa? - trató de disimular el nerviosismo pero le fue inútil.
-Serian una pareja hermosa. - sonrió sincero Inaki. -En fin, que le vaya bien, Uzumaki-san.
El rubio le agradeció y condujo hasta su trabajo, toda la mañana se la pasó pensando sobre que su enamoramiento y su mirada embobada, se daban cuenta todos los del edificio, menos quien quería, rió de su mala suerte.
.
5:23 p.m.
Entró a su departamento totalmente agotado, aventó el portafolio quien sabe dónde y se dispuso a desvestirse comenzando por la estorbosa corbata. Se quitó el traje y se cambió a ropa deportiva, el cuerpo del rubio estaba perfectamente cuidado, hacia ejercicio cuatro veces por semana y los otros tres días sobrantes los utilizaba para practicar artes marciales.
El departamento constaba con una sala de estar, dos recamaras, dos baños y una cocina. Una recamara la utilizaba para dormir y la otra la tenía equipada con artefactos deportivos. Entró en la segunda habitación para empezar la rutina de las artes marciales.
Llevaba practicando ya como 50 minutos, su camisa antes seca ahora estaba llena de sudor lo cual hacia que se le pegara al torso, los mechones largos de su cabello se adherían a su frente, aun así luciría sexy a ojos de cualquier mujer.
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𝚂𝚘𝚗𝚒𝚍𝚘𝚜 𝚎𝚡𝚝𝚛𝚊ñ𝚘𝚜 || • ɴᴀʀᴜʜɪɴᴀ
RomanceNaruto rompió accidentalmente la pared haciendo un agujero, y eso no era lo peor, daba a la habitación de cierta ojiperla que lo tenia loco desde que se mudó al edificio. Por la noche, escuchó sonidos extraños que cruzaban por el lindo agujero que h...