•°•°•° Corrupción •°•°

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¡Acabalos!

¡Acabalos!

!!A¢aB@Los¡¡

Atrapó su cabeza entre sus manos, como si quisiera apaciguar el dolor y aquella voz que le gritaba con tal desespero. No era la primera vez que la oía, mas sin embargo era la primera vez que le gritaba con todas sus fuerzas, y ahora si podía distinguir lo distorsionada y chirriante de esta, lo cual con lo único de raciocinio que puede tener en ese estado, lo llevó a creer que definitivamente no era una voz humana.

Los gravitones que salían de sus manos hacían explotar todo a su alrededor, y él se reía mientras era el culpable de ello. Dentro, todo era oscuro. No ve nada, como si estuviera ciego. Oye su propia voz riendo del otro lado, más no la reconoce como suya. Sigue avanzando, entre preocupado y asustado. Avanza y avanza; Sigue sin haber nada ni a que aferrarse. Su cabeza duele como el infierno, y su pecho, y sus piernas, y sus brazos... Todo duele tanto... Le están quemando vivo desde dentro. Y oye un grito que sobrepasa la risa; Pero, para cuando se da cuenta es él quien grita, no sabe si es por el dolor o porque sabe que no va a salir con vida de esa batalla.

Usar Corrupción cada vez se hace más difícil, y aún así accedió a completar esa misión, a sabiendas de que al final dependería de la máxima expresión de su poder.

No tiene idea de lo que pasa afuera, y espera que a fin de cuentas logren derrotar a sus contrincantes de Guild. Que si muere, que valga la pena. ¿Morirá? Morirá ¿Verdad?; Es decir, sería el momento perfecto para que Dazai le dejara morir, podría decir una vaga excusa como "Murió antes de que le pudiera alcanzar" O algo por el estilo. Después de todo, ya no son compañeros. Dazai ya no tiene la obligación de salvarle de su propia habilidad.

Entonces...

¿Por qué lo hice?

¿Por qué usé Corrupción?

Una mano emerge de entre toda la oscuridad... Es negra, con garras que parecen más largas que sus propios dedos, y para su desgracia se ven afiladas. Con cada segundo la mano se acerca más a su rostro. Suda frío al notar que no puede retroceder o siquiera moverse, aunque no tiene miedo de lo que pueda hacerle; Su miedo reside en lo que su cuerpo este haciendo.

En menos de un segundo la mano toma su cuello, y lo estruja, lo asfixia sin compasión, y con una fuerza descomunal, como si su cuello fuera de goma. Y le hacia doler aún más. ¡Mierda! Sí que dolía como los mil demonios.

No. Debe resistir. Él sabe que Dazai, a pesar de ser quien siempre le abandona a su suerte, jamás, ni una sola vez, ha tenido la intención o la idea de dejarle morir por su propio poder. Confía, de momento, en que por lo menos eso no ha cambiado en el castaño. Y, si por el contrario a lo que piensa, éste lo deja morir, habrá acabado finalmente ese juego mental del cual está siendo prisionero.

Para su buena suerte —O quizá mala—, la luz vuelve de golpe a sus ojos, cegándole momentáneamente. Cuando puede ver de nuevo, logra divisar a el de orbes cafés de cuclillas frente a el con su típica sonrisa burlesca. No hay ni un solo signo de haber hecho algún esfuerzo, aunque de todas formas ni se toma las molestias de sentir siquiera un poco de cólera por ello, pues después de todo, eso era algo normal cuando cumplían misiones juntos siendo Soukoku.

Soukoku...

El término se queda allí en su mente, cada vez perdiéndose más y más como el eco de un susurro. Desde hace mucho tiempo, no había siquiera pensado en el dúo que antes componía con el Suicida. Lo murmura para si mismo sin emitir sonido alguno, y se queda allí, burbujeando de forma venenosa en su garganta.

—Usé Corrupción porque confíe en ti. —Dicho aquello, como si tuviera fuerzas suficientes, le convida un puño en el pecho a su acompañante—. Más te vale llevarme de vuelta a la organización —Declaró a sabiendas de que seguramente no sería así.

—Claro que sí, Compañero. —Respondió el castaño con una sonrisa; Que solo era eso, una sonrisa, una línea curva en su rostro que no expresaba felicidad, ni tristeza; Una sonrisa que no expresaba nada en absoluto.

Chuya conocía esa sonrisa, más no dijo nada al respecto. Y con ella plasmada en mente, y aquella denominación tan amarga, cayó inconsciente.

—Aún después de haberme ido de la Mafia, sigo haciéndote daño... —Dijo con seriedad, levantándose con las manos en los bolsillos. Suspiró y emprendió su camino en dirección a hallar a su nuevo subordinado, aún habían muchas cosas por hacer.

°•°•°•°

El pelirrojo se levantó con pereza, tallando uno de sus ojos sintiendo el típico dolor en todo el cuerpo posterior a usar Corrupción. Soltó unas cuantas maldiciones y miró su alrededor. Sí, efectivamente, algunas costumbres de la Momia no cambiaban.

¿Creíste que ahora le importarías lo suficiente como para que no te dejara de lado como el juguete que siempre fuiste para él?

Hizo un chasquido de lengua con el ceño fruncido, no iba a rebajarse a discutir consigo mismo; Menos sabiendo que esas palabras eran una gran ridiculez, ha sabido de todo el tiempo que lleva con el castaño que, desde la primera vez que congeniaron, que este le ve como a un simple muñeco con el que puede jugar y manipular a su antojo, y él no podría hacer nada para cambiar eso, después de todo, esa relación siempre fue beneficiosa a la hora del trabajo. Realmente ya ni le importaba, y tenía sus dudas con respecto de que alguna vez lo haya hecho.

Oh, ¿Jamás pasaste un buen momento con él?

Tampoco discutió aquello. Pues sí, que había pasado uno que otro buen momento con el bastardo, no podía negar eso. Siguió caminando, no le veía el caso a eso.

Y, ¿Él lo pasó contigo?

Y una mierda. Apretó sus dientes con fuerza, tanta que agradecía el hecho de que estos no se rompieron. Jo-der, ¡Que la maldita cosa que tenía estaba tratando de burlarse de él!

Pero...

Aunque, ahora que pensaba un poco, era la primera vez que la voz le hablaba sin estar usando Corrupción...

Creo que debería de hablar de esto con Anee-san...

¿Miedo?, Chuuya.

Sí, sería una larga noche.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2019 ⏰

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