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   Apenas sin pensarlo volví al sendero, cogí carrerilla y, antes de que se diesen cuenta, me arroje todo lo largo que era dentro del agua en medio de ellos.

"¡¡PLOOOOF!!"

  A la sorpresa le siguió un curioso silencio.
Debo reconocer que no había sido muy diplomático. Los ojos de todos ellos, que en ese momento no me parecieron tan pequeños, se clavaron en el que empezaba a ser un rostro abochornado.

 Los ojos de todos ellos, que en ese momento no me parecieron tan pequeños, se clavaron en el que empezaba a ser un rostro abochornado

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  El que más se asustó de mi impetuosa llegada fue el elefante que buceaba, pues, justo a su lado, fui a dar con mi enorme panza. Éste, una vez que emergió, se puso en pie y mirándome fijamente a los ojos, fue quien primero rompió el silencio. Preguntando de forma indignada y asustada:
  " Pero, ¿quién te has creído que eres? "
A lo que respondí, con voz tenue y apagada:
  " El elefante Bomba "
Y no se me podía haber ocurrido una estupidez mejor.
  " ¿Bomba?, No entiendo ". Dijo el elefante buzo.
  " ¿Bomba? ". Repitieron a la par los que estaban embarrados.
  " ¡Bomba! ". Exclamaron al unísono y con aire de haber adivinado el acertijo.
  Mi rostro, en ese mismo momento, fue perfilando entre oreja y oreja una pequeña y sinuosa sonrisa

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2018 ⏰

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La senda de la vida o Los elefantes no saben marchar hacia atrás. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora