Capítulo 15

53 23 6
                                    

Narra Allison

Mi cuerpo se encontraba paralizado entre sus brazos, no era lo suficientemente valiente como para moverme en ese momento.

Sabía que Azrrael estaba a un lado de los escalones, y la tensión que habitaba entre los tres era asfixiante.

Quién era este hombre para ponerlo así...

Él examinaba mi mirada, mi rostro, sentía que indagaba en mi mente y traspasaba mis pensamientos.

No podía despegar mis ojos de los suyos.

Porque de eso se trataba, parecían dos imanes curiosos para mí.

Cuando apreté mi mano en su brazo algo en mí quemó, y no era la única, sus brazos me soltaron de golpe haciendo que cayera en los escalones bruscamente y aquel sentimiento se fuera.

Mis manos ardían y su mirada en mí también.

— ¿Qué acabas de hacerme? 

 Su voz paralizó la sangre que corría en mi cuerpo, tenía la voz gruesa y suave, apenas susurró aquellas palabras y lo entendí.

Al bajar la mirada a su brazo había una pequeña herida abierta.

 Mis manos habían quemado su piel.

¿Cómo...?

Al ver mis manos lo supe, por eso ardían, la herida en mi mano izquierda comenzaba a sangrar y a abrirse una vez más.

— Te hice una pregunta Thánato, y espero que me respondas.-

La voz de Azrrael me recordó que seguía aquí, no a mi vista ni a la de mis actos, pero estaba aquí.

El hombre llamado Thánato se detuvo un momento y chasqueó su lengua.

Luego se abrió paso hasta Azrrael quien lo observaba con determinación.

— ¿Así es como saludas a un viejo amigo? 

 Él negó con molestia. 

 —¡Por los cielos! El gran creador te conceda el perdón, porque el día de tu muerte asistiré feliz en tu búsqueda hasta poder verte.

 Sin poder evitarlo una exclamación salió de mi boca.

¿Acaso era un demonio?

— Me halaga entonces saberlo, pero estas visitas inesperadas se tendrán que acabar ahora mismo.

 Azrrael sonaba molesto y algo ansioso, nunca antes lo había visto actuar así.

Tal vez porque apenas lo conocía...

El hombre arrogante y de aura oscura e hipnotizante vestía totalmente de negro, parecía algo antiguo con toda la ropa que cargaba, era un traje que incluía hasta un mismísimo chaleco, todo completamente negro.

— Ahora quiero recordarte que estoy aquí por una razón que no es de tu incumbencia.

Mi cuerpo se contrajo en los escalones donde todavía me encontraba.

Las miradas que se dirigían entre los dos eran sumamente molestas.

El gran hombre entonces se giró hacia mi nuevamente.

— No iba a perder la oportunidad de conocer a la hija de una muy vieja amiga...

Su susurro erizó mi piel.

Y la mirada brillante e insensible que me dirigió descompuso algo en mi pecho.

 — Pero ante todo, creo que merezco una grata explicación del porqué ha utilizado sus insolentes manos para marcar mi piel.

Sonrisa De Mil Demonios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora