Grindelwald era un lugar hermoso. Sus extensos bosques y valles lo hacían perfecto para que los chicos crecieran fuera del peligro. Había costado trabajo convencerlos pero al decirles que conocerían a nuevas personas se alegraron un poco. Akio dejaría su trabajo en el laboratorio y comenzaría a trabajar con su esposa en la elaboración de los chocolates para poder pasar más tiempo en casa.
Había pasado una semana desde el desafortunado accidente y Kōki comenzaba a comer por su cuenta, Tomoe estaba más que feliz ya que siempre quiso tener más hijos, así que pasaba horas con el pequeño Kōki de 3 tres años; aprovecharía cada momento antes de que regresara a la normalidad. La casa en donde vivirían se encontraba nuevamente fuera del pequeño pueblo pues en el habitaban alrededor de 3000 personas debido a que casi todos preferían vivir en las grandes ciudades ya que había más probabilidad de encontrar pareja.
La casa en la que vivirían era más grande que la anterior, cada uno tendría su propia habitación, había amplios espacios para pasar en familia y una casa de huéspedes, aunque esa no sabían cómo la usarían pues nadie los visitaba. Era completamente de madera y tenían un rio detrás de la casa. Era como si fuera sacada de un cuento de hadas, los chicos estaban sorprendidos pues si atravesabas el rio comenzaba un vasto bosque por el que podrían correr.
-¿Podemos ir a explorar, Papá?
-Después Tetsuya, primero hay que desempacar, ¿Ya todos escogieron una habitación?
-Démonos prisa Tetsuyacchi así saldremos más rápido, Kazucchi ¿nos acompañaras?
-Claro me da mucha curiosidad saber que hay en el bosque, tal vez nos encontremos con fantasmas.
-Deja de decir esas cosas Kazunari, los fantasmas no existen.
-Eso dices Hyūga pero no sueltas mi brazo.
-Cállate Izuki.
-Bueno ya es suficiente no comiencen a molestar a su hermano ya sabemos que es muy miedoso.
-Mamaaaaá.
Todos comenzaron a reír para después desempacar sus pertenencias, eran tantas cosas que entró la noche y no habían terminado. Todavía faltaba la cocina y se morían de hambre por lo que Akio los llevo a cenar al pueblo. En cuanto llegaron se convirtieron en la nueva atracción pues era más común que la gente se fuera a que llegaran a vivir ahí. Cenaron en una pizzería mientras varias personas se acercaban a saludar a sus padres.
-Es bonito el lugar ¿no creen?
-Si madre es muy bonito aunque no hemos visto casi nada y todos nos quedan mirando.
-Es porque son muy hermosos y están envidiosos de ustedes ¿verdad cariño? ¿Tú que crees Kō-chan?- Kouki solo sonreía mientras su madre le acercaba un plato de comida.
-Así es, son hermosos, no por nada son mis hijos.
Todos se rieron por el comentario de Akio, cenaron tranquilamente y regresaron a la casa donde se fueron a dormir, ya terminarían al día siguiente. Amaban a sus padres ya que había días en lo que les gustaba estar de perezosos y no hacer nada pero tendrían que convencerlos de terminar la mudanza.
Pasado un mes desde que se mudaron a Grindelwald y de que Kouki regresara a su edad, comenzaron a asistir a la escuela, si es que se le podía llamar así ya que en ella solo había 90 estudiantes de diferentes grados. No les gustaba que los tuvieran separados por alfas, betas y omegas ya que los primeros tenían todos los privilegios y a los omegas les decían que tenían que ser sumisos siempre y obedecer en todo lo que los alfas les pidieran, era tan absurdo. Claro que habían recibido declaraciones y ordenes de los alfas pero no prestaban atención, lo que llevaba molestando desde el principio a los profesores, no es que fueran rebeldes ni nada por el estilo simplemente es que los alfas eran demasiado débiles para ellos por lo que no tenían ningún interés.
YOU ARE READING
Koi no yokan.
FanfictionEn un mundo de alfas, betas y omegas existe una raza superior: los guardianes (seres mitológicos), que se encargan de mantener la paz y gobernar. Ellos renacerán cada vez que sean necesarios pero nunca podrán encontrar pareja; esa será su maldición...