Prólogo

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         Una vez ya pasada la incandescente luz rojiza y lechosa, levanté a Mar-cela, reposándola en mis brazos mientras dejaba chocar sus tiernas hileras acuosas en contra mía. Su respiración agitada era un eco para todos, solamente yo estaba prestado atención al susto de ella. Las miradas reposaban en el pequeño cuerpo abandonado por la luz, sentado en sus rodillas, ojos llorosos, idénticos a los de Mar-cela. Mechones azulados que, desde esa temprana edad, se agrupaban entre sus frágiles hombros. Tez realmente pálida, rozando a lo enfermizo, congeniando con un cuerpo suave, un tanto femenino. Por último, pupilas rojizas brillantes, como las mías, pero sin su exótico diseño. De su boca no salía nada más que bajos sollozos.

"— Mar, es momento de que dejes de llorar y te sostengas — la dejé en mi silla y me acerqué al niño, mas una gélida mano me detuvo — ¿Tienes alguna objeción, Dreeke? —.

A nadie le apetecía hablar, miraban atentos al tristón cuerpo que seguía arrodillado, sucumbiendo a sus llantos, sin atreverse a levantar su vista hacia nosotros. El acuoso cabello de Mar-cela volvió a chocarme, llamándome.

"— No torturen más al pequeño... Miren — Se quita su manto y lo coloca sobre el niño — Solo es un niño, uno que tiene miedo — Lo acuna en sus brazos, ambos dejan de sollozar — Un alma así, carece de maldad — besa su mejilla y deja caer un par de sus preciadas gotas en él."

Antes de que uno de nosotros pudiera detenerla, ella ya había salido del templo, aun cargándole. No me importaba, ni lo que ella hiciera ni el niño, sin embargo; yo deseaba ser el primero en interactuar con aquel engendro. Tomé mi máscara y procedí a salir del templo, donde ya habían empezado a murmurar y a insultar.

Mar limpiaba el cuerpo lleno líquidos corporales del niño, mientras tanto, yo me dedicaba a crear un pequeño conjunto de ropa al mismo. Él ya había dejado de temblar tiempo atrás, mas no paraba de mirarme de reojo; debo de admitir que con lo exótica que es mi máscara, es difícil no verla. En cierta parte, me gustaba tener encima mía la mirada del engendro.

"— Eres un buen niño... — Ahora ella cepillaba con su peine el cabello de él — Pero no te vuelvas a orinas, ¿sí? Es difícil limpiarte — él se limitó a asentir — Buen niño —."

"— No es un niño, es... — Antes de que pudiera seguir con mi juicio, la mano de Zuhet se posó sobre los mechones del niño, dejando una petunia en él."

"— No le prestes atención a este hombre amargado, trocito de cielo — la voz amable de Zuhet llenó de confianza al niño —."

Mar-cela y Zuhet se quedaron jugando y cantando con él, yo prefería sentarme y mirar de cerca al chico. Su apariencia y voz, realmente era de naturaleza infantil; sin embargo, toda esa inocencia se perdía al recordar su nacimiento. Fruto de la mezcla infame de nosotros, su futuro, si se lo permitíamos, sería más oscuro que la realidad misma. Aquellos ojos rojizos pasaron a observarme, intuyendo mis pensamientos, y, nuevamente, se volvieron cristales rojos.

"— Deja de asustarle — Zuhet le envolvió en sus, impregnado la fragancias de sus flores en él —  Él... él... —   se detuvo y le miro aturdido — ¿Cómo te llamaron? — el niño se limitó a negar con la cabeza."

 "— ¡Es cierto! Aún no le nombramos — la típica mirada cristalina de Mar-cela se aferró a la mía — ¿Cuál será su nombre? —."

"— No me mires así, yo ni siquiera lo apruebo aún — voltee mi rostro hacia un libro — Poco me importa él —."

"— ¡Ya sé! — Zuhet alzó al niño hacia si mismo, y le abrazó — Lotius, ese será su denominación — ."


Tatuajes floreados, máscaras nuevas [pausada]Where stories live. Discover now