Parte unica

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Cuando los años pasan, te aferras a recuerdos, a lugares, a cosas y a personas. Sobre todo esto último.

Personas.

A sus 22 años, Dazai Osamu caminaba, aparentemente, sin rumbo por la lluviosa ciudad de Yokohama. Su ropa y gabardina estaban empapadas, al igual que su cabello castaño. Las gotas de agua caían por sus mejillas un tanto sonrosadas y una extraña sonrisa adornaba sus labios.

Cinco días de lluvia sin parar.
Amaba la lluvia, sobre todo porque le hacía un tanto invisible.

Deambular.

Recordaba los momentos con Ango y Oda en el Lupin. Ojalá esos momentos no se hubiesen acabado jamás.

Recordaba las misiones asesinas de la Port Mafia, anhelándolas con dolor en su pecho.

Recordaba a Kouyou y sus estupidos consejos.

Pero por sobre todo, recordaba a Chuuya.

Amplió su sonrisa una vez más. Recordaba tan bien a Chuuya, a cada instante. Su cabello pelirrojo con esos tintes anaranjados, su cuerpo delgado pero perfectamente tonificado. Sus piernas, delgadas y fuertes.
Sus manos, aunque siempre enguantadas de negro, masculinas y firmes.
Sus hermosos ojos azules, que expresaban todo lo que había en su corazón.

Chuuya era su mejor recuerdo, su mente se llenaba de locura cuando el pelirrojo se aparecía allí.

Recordaba su aroma... olía naturalmente bien todos los días, pero cuando se colocaba Pacco Rabanne, era como una invitación a comer de él.

Apetitoso... sí esa era la palabra correcta.

Incluso, podía decir, que extrañaba su maldito y feo sombrero.

Chuuya ~

Aquel nombre no dejaba de rondar su cabeza, se había aferrado a aquel sujeto como si su existencia dependiera de ello.

Y es que así había sido.

Ese enano le había dado vida.

Le había enseñado a vivir.

Había despertado en él, una extraña llama que quemaba más que el fuego, mas que el sol, más que cualquier cosa en el mundo.

Puso una mano en su pecho, notando como los latidos de su corazón se habían acelerado... y es que ese nombre aun le  ardía, se encontraba profundamente arraigado en su alma, si es que la tenía.

¿Qué estás haciendo ahora, Chuuya?

Paro un momento su caminar, con su mano derecha, sacó su móvil del bolsillo trasero del pantalón; se refugió por un momento para poder ver la hora, y sin dejar de sonreír, vió como esta marcaba las 11 de la noche en punto.

Ahh... cof cof... ya debes estar arriba del auto.

La Mafia trabajaba, usualmente, en horarios nocturnos, Chuuya se levantaba a las 9 usualmente, ejercitaba un poco, se daba una ducha, se vestía como siempre, bebía un café o té, dependiendo de su humor, se colocaba perfume y salía puntualmente a revisar la armería, para luego darse una vuelta por los casinos, licoreras y volver a su apartamento; allí esperaba con su móvil en mano, si se requería su presencia en algún lugar o por alguna emergencia.

Se tus rutinas, movimientos y horarios... cof cof...

Pero esa noche llovía a cántaros. Usualmente el chofer de Chuuya se retrasaba unos minutos y la revisión de la armería comenzaba un poco más tarde.

Un minuto más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora