"Te amo en un suspiro"

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Tu sonrisa era radiante, ni siquiera el sol que iluminaba ese día era tan radiante como tú lo eras ante mis ojos.

—Apresúrate —me dijiste mostrando tus perlados dientes. Yo solo te aprecié por unos instantes más en silencio, observando tu belleza. Para luego seguir el sendero hasta llegar a tu lado.

En ese instante en el que estuve a tu lado mi mano buscó con desesperación la tuya, como si un magnetismo las uniera. Tomé tu mano y entrelacé nuestros dedos. Tú volviste a sonreír y esta vez yo imité tu acción.

Seguimos el sendero por el espeso bosque, procurando no lastimar las pequeñas flores que florecían escondidas entre la hierba regada por fino rocío.

—Ya falta poco —recuerdo que dijiste esas palabras, ya casi llegando a la cima de la colina.

Tus ojitos brillaban llorosos, y yo ocultamente sabía la razón de aquello. Ese sería nuestro último día existiendo en compañía, lo sabías y aun así no me lo dijiste, no me enojé porque sabía la razón de tu decisión, y lo menos que podía hacer era reclamarte algo.

Tú, en aquel precioso día, planeabas sacrificar tu vida por la mía.

Nos quedamos observando maravillados el paisaje del valle, árboles frondosos nos rodeaban mientras en el piso fino pasto nos acompañaba.

Me miraste luego de apreciar un rato el paisaje, yo te miré de regreso, y aún con nuestras manos entrelazadas aumenté la fuerza del agarre.

—Me gustaría vivir aquí —comentaste sin apartar la mirada—, es tranquilo y no hay nada que perturbe la paz.

Yo sonreí tontamente, sabiendo que tus palabras eran realmente sinceras a pesar de nuestra situación.

—Cualquier lugar a tu lado me llena de paz, sea aquí, en una gran ciudad o en el mismísimo desierto me sentiré bien si tú estás —tus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas haciendo que mi corazón doliera— ¿Qué pasa, amor? —pregunté para no levantar sospechas de lo que pasaba.

Te acercaste hacia mi oído, donde rompiste en bajos sollozos. Soltaste la unión de nuestras manos y me abrazaste como si tu vida dependiera de ello. De cierta forma así era, pero no le quise tomar el peso y solo disfruté de nuestro contacto.

—Ya... —acaricié cuidadosamente tu cabellera— No pasa nada, todo está bien —en realidad nada estaba bien, pero estar a tu lado me daba tanta seguridad que el hecho de que todo fuera un caos no me importó.

Liberaste el aire que retenían tus pulmones y te separaste un poco de mi cuerpo para mirarme con ojos tristes.

—Yo... te amo mucho —soltaste, intentando retener nuevas lágrimas que amenazaban con brotar. De seguro esperando el final.

Te dediqué la mirada más dulce y cariñosa que pude haber dado a alguien en toda mi existencia, y justo en ese preciso instante un sonido estremecedor se escuchó.

Tus ojos se abrieron con exageración, tal vez pensando que el impacto había dado en ti, pero rápidamente te diste cuenta de que así no fue.

El impacto había dado en mi ser.

—Te prometí amarte hasta el final de mis días y así lo haré, porque te amo demasiado —hablé dulcemente, cerrando los ojos cuando sentí que la fuerzas ya no querían albergarse dentro de mí.

Las lágrimas que retuviste finalmente comenzaron a caer, al igual que mi cuerpo comenzó a descender hacia el suelo.

Me miraste con sorpresa, tal vez preguntándote por qué había tomado esa decisión, aunque yo ya te había dicho mi respuesta con mis últimas fuerzas.

Segundos, minutos, horas, nunca tuve idea de cuánto tiempo estuviste sosteniéndome entre tus brazos mientras la vida se me iba. Besando mis manos, mi rostro hasta quedarse en mis labios, paseando con la esperanza de que respondieran a tu gesto de amor.

Y literalmente con mi último suspiro respondí a tus labios, no con la misma intensidad que tú, no con la misma fuerza, pero sí mostrándote que mi amor por ti no era una mentira ni un juego de niños.

Te amé hasta en mi último suspiro.

ᶠᶦⁿ

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