Cap. 1: Una tarde cualquiera

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Los días transcurrían de manera calmada, uno tras otro, sin mucho que alterara mi rutina. Mis días consistían en ir a trabajar, salir y esperar a Yael, mi novia, para ir a caminar o a comer algo, volvía a casa y resolvía los pendientes, tomaba una ducha y me iba a la cama. Ese año había decidido que era buena idea darme un respiro, un año sabático en la universidad según para aclarar mis ideales y objetivos, pero la verdad es que me sentía un poco estancada. Veía poco a mis amigos y familia, había dejado de hacer las cosas que me apasionaban.

Era septiembre, comenzaba la racha de mis meses favoritos. Le planté cara a Yael y le dije como me sentía, quería pasar más tiempo a solas y para mi sorpresa ella lo tomo bien. Mi rutina cambiaba poco a poco. Me compré unos buenos audífonos y actualicé mi playlist, un cambio tan pequeño significaba mucho. Me iba a casa tan pronto como terminaba mis actividades de bibliotecaria. Más tarde salía a caminar con los audífonos a todo volumen. Me rozaban la cara los últimos rayos de sol, brillantes y aún tibios, luchando contra el fresco viento de los últimos meses del año. ¡Por Dios, cómo amo precisamente esos rayos de sol! Tienen algo tan particular esa mezcla de claros y tibios rayos combinados con el viento. Luego me sentaba en alguna banca a contemplar la noche y volvía caminando a casa.

Era una nueva rutina, pero esta me gustaba más.

Cada tarde para volver a casa tenía que recorrer una larga calle empedrada, lo hacía de manera lenta a pesar que casi conocía de memoria cada piedra, pues siempre me gusta apreciar el paisaje y sus detalles. Esa era una tarde más, una de tantas. Entre todos los transeúntes noté una cabellera pelirroja y un rostro que me parecieron conocidos, caminaba en sentido contrario al mío. ¿De dónde me resultaba conocido? En cuestión de segundos mientras nos aproximábamos cada vez más intentaba averiguar por qué sentía que ya había visto antes aquel rostro. No logré recordarlo cuando ya caminaba bastante lejos, no le di importancia pero por alguna extraña razón, quedé intrigada y aparecían de manera frecuente aquella piel morena y ojos rasgados en mi mente.

Amores del limboWhere stories live. Discover now