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El chirrido del columpio oxidado a más no poder llenó el silencio del solitario parque en la madrugada de un viernes. Eso, y el pequeño sonido de labios fundiéndose el uno con el otro.

Lee MinHo se hamacaba levemente, mientras la manga de su abrigo hacía contacto con el hierro de las cadenas del juego. Daba caladas al Philip Morris que sostenía entre sus dedos a la par que sus ojos se mantenían ocupados en alguien más; Hwang HyunJin.

A su vez, este último se dedicaba a acariciar el muslo de su amante sobre la tela del holgado pantalón, también reposando en el columpio continuo. Su mano se deslizaba delicadamente por el cuerpo de su mayor hasta llegar a su cuello, donde arrastró el columpio junto con su cuerpo hasta lograr la mayor cercanía con su hyung. La comisura de los labios de HyunJin hizo contacto con la piel del mayor y comenzó a depositar lentos y dulces besos mientras MinHo reía suavemente ante el cariño que le otorgaba su novio. MinHo juraba que podía sentir el sabor a café amargo tan característico del pelinegro incluso si no estuviese haciendo contacto directo con su boca. No sabía exactamente como, pero lo sentía.

—Hmm, Hyung, ¿cómo es que te queda tan bien el abrigo de mi abuela?—. MinHo volvió a reír despacio, estiró un poco las mangas de la prenda de hilo recientemente prestada por la amable abuela de HyunJin y procedió a arrojar al suelo el primer cigarrillo de aquella larga noche.

—No lo sé, Jinnie, pero tengo que devolvérselo pronto si no quiero perder su 'aprobación' hacia mi persona—. Y el mayor comenzó a acariciar los cabellos prácticamente lisos de el chico que lo traía loco.

HyunJin movilizó sus manos hasta los bolsillos del pullover gris que llevaba MinHo, antes de poner en marcha otra sesión de besos cálidos en el cuerpo del castaño. Su piel se había vuelto su adicción y su tono blanquecino su nuevo color favorito.

¿HyunJin estaba enamorado de MinHo? demasiado. ¿Y MinHo? lo mismo. Entonces, ¿por qué el único momento en que podían actuar amorosamente en público era a las una de la madrugada en una placita casi abandonada de un barrio pobre y miserable al que nadie, más que uno que otro borracho, acudía? Aquel pensamiento comenzaba a rondar en la mente del menor al sentirse tan bien con su hyung. ¿Por qué el mundo acumulaba tanta mierda?

Luego de dos cigarrillos y mas caricias acompañadas de suspiros enamorados, MinHo optó por levantarse del columpio y pasarse al de su novio, sentándose en su regazo. Rápidamente HyunJin entendió lo que MinHo proponía y rodeó su cintura. Los abrazos entre besos, risas y charlas triviales no tardaron en llegar.

—Sabes que este no es el columpio mas estable del mundo, así que podemos rompernos el culo en cualquier momento si las cadenas de esto se deciden a hacerse mierda.

—Jé, caeríamos juntos. ¿No se supone que eso sería algo romántico?—. Espetó MinHo como respuesta.

—Sería mas romántico si yo te rompiera el culo—. Declaró HyunJin con un toque de sarcasmo y diversión en sus palabras a lo que MinHo solo río.

—Ajá, tú no matas ni una mosca—. el mayor se aferró más a la espalda de su acompañante y acarició sus pequeñas y nacientes ojeras—. Se te ven bien, eh.

—¿Qué cosa?

—Las ojeras, parecen dignas de un personaje anime—. HyunJin soltó una carcajada algo sonora y rápidamente se acalló a si mismo.

—Eso me recuerda, podríamos estar ahora mismo acurrucados entre las mantas de lana de mi abuela viendo alguna serie americana o un anime, ¡pero no! El señorito quería venir a pasar frío.

—No hubiésemos podido, justamente, si está tu abuelita—. HyunJin lo miró con el ceño levemente fruncido y MinHo no supo bien si fue por diminutivo o por lo que había dicho en sí.

—¿Acaso importa? Algún día tendrá que enterarse, de todos modos—. Un puchero se instaló en sus labios y procedió a tomar la mano del mayor.

—Bueno... Tú sabes... Sería muy difícil para ella, teniendo en cuenta que tiene una mente probablemente ambientada en otra época...

—Pf, no es nuestra responsabilidad si los viejos no nos quieren.

MinHo solo asintió algo débil y buscó con su cabeza el pecho de HyunJin para esconderse en él.

Y ahí fue cuando HyunJin sintió las lagrimas empapar sus hombros.

—H-Hyunjin...

—Bebé, tranquilo. Estoy aquí—. El muchacho susurró dulce pero seguro a los oídos del chico que yacía descargándose completamente.

—Y-yo... ¿Por qué el mundo... t-tiene que ser un lugar tan feo...?—. Murmuró entre sollozos de furia y frustración, sabiendo que no podría hacer nada para cambiar la homofóbica sociedad en la que vivían; en la cual los homosexuales eran un objeto de burla o unos bichos raros.

—¡Que se joda el mundo! Tu me tienes a mi, y te juro que cuando el año termine, volaremos a Júpiter a crear nuestro propio emprendimiento, lejos de este pueblucho—. HyunJin se aseguró de en ningún momento dejar de acariciar el cabello y las manos de su amado. Si había algo que odiaba mas que a la sociedad, era ver a su novio en ese estado, así de roto a causa de nada más y nada menos que el mundo que los rodeaba. Y HyunJin se había jurado meterlo en una cajita de cristal, con moño y todo, si fuese necesario con tal de proteger a su hyung preferido.

Pasada ya la peor parte de la noche, HyunJin siguió acariciando a MinHo con toda la suavidad y amor posibles. Le dedicaba las palabras más bonitas que podían salir de su boca con total sinceridad. Y el muchacho castaño optaba por repetir la misma línea cada vez que le quedaba espacio entre los besos húmedos y calurosos:

—HyunJin, te amo, te amo, te amo demasiado.

El nombrado comenzaba a nadar mas a fondo; a profundizar los besos con una pincelada de desesperación, a acalorar los toques entre sus pieles, a medida que el frío de la noche iba siendo opacado por el sudor y los suspiros de los cuales solo el viento y el óxido de las cadenas serían testigos.

—Dime, Hyung. Y necesito que seas sincero conmigo, por favor. ¿Tu crees que todo esto que estamos haciendo está mal? Porque yo jamás me sentí tan bien como ahora, contigo. Pero todas esas sensaciones no valen nada si tu no lo sientes también. Por eso, necesito saber; ¿Tu crees que esto está mal? Si así es, dímelo y me detendré ahora y no volveré a molestarte.

El silencio invadió. Las caricias se detuvieron por un segundo.

—Dios, HyunJin. No, ¿cómo esto puede estar mal? Eres la única persona que me hace sentir que estoy vivo. Si tú me haces sentir como un humano, haces que me olvide de todo y me sienta normal, ¿quién carajos en su sano juicio podría pensar que el hecho de que me enamoré de ti, solo por ser un hombre, esté mal?

HyunJin le sonrió ampliamente lleno de amor y retiró completamente el abrigo del cuerpo de su novio. Prosiguió a arrojarlo sin importancia y por fin se dedicó a fundirse con la carne de MinHo en su máximo esplendor.

Ellos dos le callarían la boca al mundo con un beso. Y con unos Philip Morris, si es que hacía falta.

 Y con unos Philip Morris, si es que hacía falta

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