09.

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Ya era pasada la media noche cuando Megan abrió los ojos, se había quedado dormida en la tina del baño y se sentía mejor, su cuerpo ya no dolía y ya no había rastro alguno de la pelea que había tenido horas atrás. Se levantó con sumo cuidado evitando hacer ruido, se había despertado porque sus sentidos le habían alertado sobre la presencia de alguien más en la casa, específicamente en su habitación y por ello caminaba sin hacer ruido hasta la puerta del baño y cuando estuvo segura de que había alguien abrió la puerta de golpe lista para atacar a la persona, pero se detuvo al ver de quien se trataba.

—¿Qué mierda haces aquí? —Derek Hale estaba en su habitación mirando las fotos que ella tenía sobre una repisa, Derek dejó la foto en la que Megan aparecía siendo una niña junto a los que él creyó eran los padres de la rubia, miró a Megan con el ceño fruncido al notar que esta tenía la ropa mojada al igual que su cabello.

—¿Por qué estás mojada? —Megan le miró con seriedad negándose a contestar alguna de sus preguntas, él no había ido a mitad de la noche a preguntarle sobre su ropa mojada, el hombre lobo suspiró antes de hacer otra pregunta—. ¿Por qué nos traicionaste? —gruñó mostrando esta vez la verdadera razón por la que estaba en la habitación de la chica, no lo admitiría en voz alta, pero sentía un sabor amargo al recordar la manera en que Megan había defendido a los que se suponía debía odiar.

—Creo que esa pregunta debo hacértela yo a ti, idiota —el enojo que Megan tenía acumulado se reveló ante su tonó de voz, ella se contenía de no atacar al chico después de que este le había colocado a su café veneno de Kanima para asegurarse de que esta no era aquel lagarto gigante —. Creí haberte demostrado que yo no era el Kanima —esta vez sus palabras sonaron dolidas, había confiado en él, había comenzado a sentirse parte de la manada. Derek no respondió parecía que no lo haría por lo que Megan decidió ignorarlo.

—Lo hiciste, nunca dude de ti —su tono de voz había cambiado, no era el mismo tono con el que parecía odiar al mundo, sino que había sido suave y tranquilo.

—Tu concepto sobre "no dudar de alguien" es muy diferente al mío, colocar veneno de Kanima en el café de alguien y que esa persona pasará media hora paralizada demuestra que no confías en esa persona —habló entre dientes recordando lo desesperada que se sintió al no poder moverse, Megan estaba lista para lanzarse contra el alfa para hacerle pagar por su traición.

—No sé de qué hablas —Derek intentó acercarse a ella, pero Megan actuó primero lanzándole lo primero que su mano alcanzo, su cepillo, pero gracias a los reflejos de hombre lobo el de ojos verdes había atrapado el objeto segundo antes de que este impactara contra su rostro—. Megan —murmuró el nombre de la chica esperando a que esta dejara de lanzarle cosas, pero Megan no cedería tan fácilmente, su enojo era más grande—. ¡Megan, basta! —gritó al mismo tiempo que tomaba las muñecas de la rubia para evitar que esta siguiera lanzándole cosas, Megan evitó mirarlo mientras sus manos se hacían puños conteniendo su rabia por unos segundos.

Siren || Derek HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora