Preparativos

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Aristóteles Córcega, ese joven que todo el edificio vio crecer, ese joven que amaba el básquet, el hijo de Audifaz, el hijo de Amapola, había llegado el momento de casarse, de dar ese gran paso, después de cinco años de relación con Amanda, Aris parecía tan confiado de estar listo para este paso, justo ahora tenía un sólo problema, la boda sería dentro de tres semanas, Amanda se había encargado de todo, menos de las flores y el traje del novio, eso le correspondia, Amapola le regaló un lindo broche para su bolsillo y Audifaz una corbata que decía, habían usado sus antepasados Córcega.

La corbata no ajustaba, los zapatos no ajustaban, y lo peor, el novio no ajustaba, la boda estaba por ser un fiasco, su padrino de boda estaba por llegar, había estado esperando a que Cuauhtémoc llegara desde hace tres horas, había estado esperando y nada, Temo fue quién tuvo la idea, Temo fue quién pensó que sería buena idea dar ese paso para evitar problemas, y ahora no estaba aquí.

Cuando por fin se digno llegar, Amapola lo distrajo con mil bocadillos que probar para la recepción, era el florista de la boda, así que tuvo que estar encerrado con Amanda dos días decidiendo colores y demás, Audifaz tuvo que pedirle ayuda con hilos para reparar la corbata, en sí, Temo era la boda completa, había estado en cada parte de ella, pero menos con Aris, aunque había sido la mente criminal de esta locura, aún así le dolía.

Llevaba una camisa beige con pantalones jeans y un chaleco de su floreria, López Flowers había hecho más de un descuento para la fiesta, pero valía la pena, ¿o tal vez no?

Valdría la pena sacrificar todo por esconder algo tan hermoso, valdría la pena sacrificar su libertad, valdría la pena sacrificar todo lo que tenían por seguir juntos sin problema alguno...

Subió las escaleras, esas escaleras que le llenaban de recuerdos, de tanta nostalgia, en donde habían pasado tantas cosas, Aristóteles estaba sólo, atorado con la corbata, Temo se quedó apoyado en un lado de la puerta mientras miraba al contrario.

- Eres un desastre Córcega...
- ¡Temo! ¿Cuanto tiempo llevas ahí?

Aris se sobresalto por la sorpresa de verlo ahí detrás.

- Lo suficiente para saber que necesitas ayuda...

Empezó a reir por lo bajo negando mientras se acercaba a ayudar, desató el nudo marinero que había hecho Aris y volvió a amarrar pero usando un nudo menos salvaje, movió suavemente los trozos de seda hasta fomar el nudo en la corbata, una vez hecho esto se tomó un momento para lentamente jalarla un poco hacia el, sin intensiones jalo a Aristóteles, quién se dejó llevar de su acción, mientras sus miradas chocaban, sus respiraciones se encontraban, algo agitadas, Temo comprendió que no era el momento ni el lugar.

- ¡Aristóteles!
- Perdón, me dejé llevar...
- Es la casa de tus padres.
- Pero hasta cuando tenemos que llevar ésta farza.
- Aris...

Temo lo apartó con cierto aire de necesidad, necesidad propia de resistirse a la tentación, necesidad de no terminar haciendo algo de lo que se arrepienta.

- No Temo, fingir no nos llevará a nada.
- Inventamos esto, por algo, Amanda estuvo de acuerdo, no podemos dar marcha atrás.

Temo subió sus manos mientras acariciaba sus mejillas con suavidad.

- Aris mirame...
- Que sucede...
- Ésta es la única forma...
- Temo somos adultos, ninguno de nosotros depende de nuestros padres, no hay ningún impedimento para estar juntos...
- Tu tienes una prometida, y tus padres podrían enloquecer...
- El único que podría enloquecer soy yo, si seguimos con esta farza...

Aristóteles quitó las manos de Temo de su cara mientras daba vuelta para salir de la habitación, no quería hacer esto, quería casarse, le hacía ilusión, pero no con Amanda.

Temo tomó asiento mientras se miraba en el espejo, no podía convencerse de esto, Aristóteles estaba tan seguro de que serían felices, pero el conocía a Audifaz, no entendía el afán de Aris por decir algo que claramente no es cierto, Audifaz no los aceptaría, y eso obviamente lastimaria a Aristóteles, eso es lo que menos quería, eso es lo que menos deseaba, Aris era su todo, y no iba a hacerle algo así.

Camino mientras intentaba formular alguna manera de arreglar esto, Audifaz paso a su lado mientras volvía con unas cajas a la sala.

- Temo, hace días no te veo, ¿estás buscando a Aristóteles?
- No señor Córcega, estaba ayudando, ya me voy, me despide de Aris...
- Pero si acabas de llegar, quédate a la cena...
- ¿Enserio?
- Sí, Amapola ah estado practicando con las recetas para la boda.
- Pues, bien, gracias...

Temo tomó asiento mientras esperaba a que Aristóteles apareciera, preguntándose hasta que hora seguiría enojado, mientras Temo empezaba a enojarse también, no podía ser concebible que siendo un adulto siguiera enojado con un capricho cuando sabía que era imposible.

Cuando por fin Temo empezaba a desesperarse, Amapola llegó con la comida y mientras la servía en un incómodo silencio, Aristóteles apareció entre sonrisitas mientras miraba fijamente su celular al entrar por la puerta de la casa.

- Aristóteles...
- Mamá, hola, ¿vamos a comer?
- No idiota vamos a bailar...

Pensó Temo, mientras ardía en furia, sabía que de ninguna manera era Amanda, con ella sólo tenían una amistad, sabía que Aris hacía esto por darle celos, y estaba funcionando.

Amapola sirvió la comida mientras todos empezaban a alimentarse y Audifaz abrió la conversación.

- Entonces Temo...
- ¿Sí señor?
- ¿Cuando nos presentarás a tu novia?

De pronto Aris se atoro con la bebida y terminó haciendo un aparatoso alboroto en la mesa.

- Aristóteles hijo que te pasa, ¿por que te pones así?
- Perdón mamá, mastique mal...
- Sí señora, tal vez estuvo comiendo algo más antes de venir...

Temo miró de reojo a Aris mientras sonreía con cierta malicia.

- No se de que hablas Temo, yo sólo cómo aquí y en tu casa...

Temo se sonrojo mientras Audifaz volvía a dirigirle la mirada.

- Señor, la verdad es que no tengo novia, Aristóteles me iba a ayudar con eso, ¿no?
- Sí, sí, vamos a ver si conoce a alguien... es que cómo está bien feo las chicas nomas no lo pelan.
- Aristóteles...

De pronto cómo era de esperarse Aris recibió un tremendo golpe debajo de la mesa, el resto de la cena transcurrió normal, mientras Temo asentía a las preguntas de Audifaz, y Aris sólo se limitaba a comer, llegado el momento Temo se dispuso a irse, era la parte que más odiaban de todo este plan.

El hecho de no dormir en la misma cama.

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La boda de Aristóteles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora