-“¡Vete ya!” - dijo ella – “¡tú solo piensas en ti, que hay de tu pobre madre!”.
-“No me grites...” - dijo la niña con lágrimas a punto de escapar de sus bellos ojos –“... hago lo que puedo, no soy muy rápida ¿lo sabes cierto?”.
La mujer no dijo más y siguió haciendo la limpieza de su casa. La niña subió las escaleras hacia su habitación, entro en ella y se tiro a su cama, estaba cansada de que todo fuera tan complicado; más complicado es haber roto el costoso jarrón de la vecina y que su madre tenga que pagar por ello.
-“¡Ahora regreso, tengo que comprar las verduras para la cena!” – grita su madre.
Mira hacia la ventana, no se ha dado cuenta que es de noche; entonces, su mente hace rondar esa idea rara, esa idea que no la ha dejado dormir.
-"No creo que acabando con mi vida arregle algo" - se dijo a sí misma.
Siempre ha pensado morir y no causar más problemas a su mamá. Luego piensa en ella, su madre se moriría si viera que su hija se mató a voluntad propia y solo porque no quiso afrontar la vida con sus consecuencias. Lo ha decidido, lo va a hacer. Baja a la sala, cruza la puerta que da a la cocina y se dirige al cajón de los cuchillos.
-“Es solo por ella, así será todo más fácil…” – piensa mientras saca un cuchillo recién afilado.
Su madre llegara pronto, tiene que apresurarse.
-“Esto es por ti…” – dice mientras alza el cuchillo que ira con dirección a su pecho – “…te amo mamá”.
-“¡¿QUÉ HACES?!” – grita una mujer en la entrada de la casa, está alterada por lo que esta viendo.
-“¿Mamá?” – pregunta la pequeña mientras su madre se acerca a ella – “Yo me iba, pero… ¡¿Qué?!”
La mujer tira el cuchillo de la mano de su hija y la abraza con fuerza, ambas empiezan a llorar.
-“¿Qué tratabas de hacer con ese cuchillo?” – le susurra al oído – “No ibas a…”.
-“Si iba a matarme…” – dice la niña – “…pensé que si lo hacía tu vida sería mejor, sin mí, la niña que solo hace y da problemas, te da problemas”.
-“Oh cariño…” – dice la madre – “…no tenías por qué hacer eso”.
-“Pero hubieras estado mejor si yo no hubiera existido, yo…” – interrumpió la otra.
-“Shhh, no digas nada…” – dijo la mujer abrazando a su hija – “…Aunque yo te grite, me enoje o me moleste contigo no es razón para que deje de quererte, yo quise tener una hija, acepte desde antes que nacieras que lo que hicieras ahora lo afrontaríamos juntas”.
-“Lo siento mamá” – dice la pequeña apoyándose más en su madre – “No lo volveré a hacer, te lo prometo”.
-“Esta bien, está bien, no te preocupes por nada…” – dice la madre –“…ahora, ¿Qué tal si me ayudas a hacer la cena cariño?”.
-“¡Sí!” – dice la pequeña llena de alegría.
Ambas se lavan las manos, sacan y lavan las verduras y se ponen a picarlas. Se miran y sonríen, ese momento las ha unido más, se tienen confianza y eso hará que de ahora en adelante se miren con otros ojos, e incluso, de otra manera.