Capítulo 1

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DEXTER

Dejé la colilla en el platito y tomé el último trago de la última cerveza de la casa. Tendría que ir a comprar, lo que implicaría salir de hogar y abandonar la seguridad y el calor de lo familiar para adentrarme en esa selva negra que es la urbanización. Aunque esto de urbanización y selva negra tiene poco.

Este es un pueblo pequeño, al que elegí mudarme. Dunare. Un pueblo lleno de verde y con un pequeño parque central, con su lago y sus niños bañándose, con sus abuelos riendo y sus jóvenes haciéndo carantoñas.

Todo falso.

No me gusta la gente, y eso no va a cambiar ahora.

Debería contratar a una asistenta para que haga la compra, pero lo último que necesito es tener a una loca toqueteando mis cosas y cambiando las cosas de lugar. No, no. Me valgo sólo. Pero a pesar de mis comederos de cabeza tenía que ir a la compra, y no estaría nada mal sacar sacar mi coche a pasear.

Me vestí con algo simple. Una camisa negra remangada, algo de colonia, un collar tribar regalo de mi hermano, unos pantalones blancos y unos zapatos a juego.

Tenía un descapotable negro, que aparqué frente al supermercado. Me di toda la prisa que pude en hacer la compra y no perder los nervios con toda esa gente, con todas las personas, en serio que no me gustaba salir de casa.

Pero camino a ella, algo cambió, la nostalgia de sentir la hierba sobre mis pies descalzos vino a mi como una bofetada. Aparqué el coche como pude y me tumbé en ella, notando cosquillas al roce de ésta con mi oreja. Sonreí notablemente. Los recuerdos invadieron mi mente, de cómo hubo una vez que no podía haber valiente queme metiera en casa.

Hacía mucho que no me limitaba a esto. Tumbarme en la hierba del parque y disfrutar del sol quemando mi piel, tan blanca que bien podría pasar por un vampiro.

Desde mi posición sólo podía ver los rayos de luz intentando cruelmente quemar cada partícula, cada célula de mi cuerpo, así que entorné los ojos y giré la cara para aclarara la vista, pero por algún motivo mi visión no me hizo ni pizca de gracia: mi proyecto 17, mi Futura Conquista menor de edad que rozaba el acoso y la pederastia acababa de besar a una preciosa rubia que acto seguido salió del plano con un saltito, dejando al chico asombrado y mirándome.

A mi.

- ¿Perdona, eres tú Dexter, el que vive en la casa número -hubo una pausa y un revoloteo de papeles en el que no me molesté en quitar los ojos de mi yogurín- 49, de la Calle Mayor?

- Sí -dije con desdén, y me senté sobre el césped a encarar a quien lo había preguntado.

Era una chica bajita, pelirroja, con el pelo rizado -que parecía causarles serios problemas de visión con uniforme de camarera y una sonrisa nerviosa que adornaba la proliferación de pecas de su piel.

- Esas chicas de ahí -señaló a un par de rubias que me saludaron en cuanto puse la vista en ellas- te invitan a esto -puso un posavasos en la hierba y una bebida marrón sobre él.

Alcé la bebida sin apartar la vista de ellas y reprimí una mueca cuando el trago de vodka y ron abrasó mi garganta. Si bien era cierta que no era un novato en cuanto a alcohol concernía, no me esperaba esto.

Desesperadas. Mi momento zen se terminó y me puse en pie.

Los príncipes han muerto, los tesoreros se han llevado los tesoros y los barrileros beben, y yo me gano mi sueldo en mi casa, lejos de la gente y sus mentiras, lejos de todo aquéllo. Lejos de recuerdos, lejos de malos recuerdos.

Nada más meter el coche en el garaje me metí en mi cuarto, con mi pack de 12 de cervezas y mi paquete de tabaco y me cerní de nuevo sobre mi portátil. 

Esa era mi profesión, era escritor, un escritor con un bloqueo tremendo y una frustración impresionante por no poder escribir ni un par de líneas decentes.

Miré por la ventana, con la cabeza entre las manos.

Mess me around. (Gay/Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora