Blooming Day

810 90 124
                                    

Una vez alguien le dijo a Jeno que cuando pasará de los quince años, la vida sería cada vez más rápida. Él no lo creía, es más, se mofaba de ello mientras reía y seguía jugando en su arcade, pero cuando despertó esa atareada mañana del martes, comprobó las palabras de aquella profesora de filosofía le dijo una vez. Porque los días pasaron como locos, unos tras otros, tanto que al pobre pelinegro no caía en su impresión de que era el día tan esperado por todo el instituto desde que iniciaron de nuevo las clases: "Valentine's Day."

Ciertamente, desde que amaneció todo fue un caos, empezando desde su hogar, su padre ya se había ido a su trabajo pero su madre corría de ahí por allá, tan feliz con una perlada sonrisa en su rostro, haciéndole un delicioso desayuno, su madre le confesó que su padre tenía preparado algo para ellos en la noche, Jeno que había estado indiferente de las actitudes de su madre y que no había visto que día era en su calendario, le pregunto a su madre a qué se debía tal atrevimiento de su padre, por lo que su madre le pregunto si al menos sabía que día era hoy, por lo que negó.

Pero salió de su casa sabiendo, y cuando llegó a la universidad solo procedió a suspirar, al ver a alumnos y profesores corriendo por todo el instituto, algunos alumnos decoraban los pasillos con serpentinas de colores rojos, blancos y rosas, letreros y corazones, en puertas también mientras los profesores los vigilaban de lejos, algunos casilleros estaban que reventaban de decoraciones y cartas mientras otros estaban vacíos, por lo que Jeno hizo una mueca. Las chicas murmuraban en grupo cuando veían pasar a sus enamorados, otras estaban totalmente sonrojadas entregando sus sentimientos en un sobre, unas eran aceptadas, otras rechazadas, Jeno volvió a hacer una mueca, seguía caminando para su salón, topándose con chicos que alardeaban y competían para ver quien conseguía más cartas, mientras que otros se preparaban mentalmente para entregar esa rosa a aquella chica que habla con otro chico. Jeno solo suspiró mientras entraba a su aula, encontrando tres cartas, parecía que ese día tendría la cara dura de tantas muecas que haría.

Mientras Jeno tomaba su primera clase y anotaba lo que el profesor decía, solo se le venía a la cabeza que estaba a unas horas de convivir con todo el alumnado escolar en una gran fiesta, pues a la escuela le encantaba organizar eventos extracurriculares para que los alumnos tuvieran más convivencia y porque los mismos jóvenes eran quienes se ponían de acuerdo y daban un donativo simbólico para realizar aquellas fiestas, ¿Y por qué no? Hacer una fiesta de una de las celebraciones más lindas y románticas del año, donde los chicos se dedicarán el amor que se trasmiten de unos a otros, de forma mutua y sana, aunque a veces no fuera así, algunos salían lastimados por el cruel rechazo de otras personas, era aquello lo que más lamentaba Jeno.

Cuando terminó sus únicas dos clases, fue hacía la cafetería, sabía que se encontraría con los vagos de sus amigos, porque ellos tuvieron la suerte de que sus profesores participaran en la decoración de la escuela, una vez que los encontró comiendo chocolates de una cajita, suspiró, ellos solo alzaron los brazos.

—¡Mira Jen! A Jae le regalaron esta caja de chocolates y saben delicioso, lástima que Jae rechazará a la chica antes de preguntarle dónde los compro. —Dijo el rubio mientras le alzaba uno de aquellos chocolates, Jeno lo iba a tomar, sin embargo, su otro amigo lo impidió.

—¡No le des, Lele! Este maldito ha de haber recibido cinco cajas de chocolates, ¡Vi su casillero! —Refunfuño Yoonoh comiéndose el chocolate que había agregado su amigo, Jeno bufo.

—Para tu desgracia, Jae, solo recibí esto. —Saco tres sobres de su mochila. —Y lo que viste en mi casillero era la decoración de las chicas de administración, hoy estuvieron muy creativas.

Y a pesar de ello, sus amigos lo miraron con desconfianza, debatiendo si su argumento era verdadero y si merecía un chocolate, pero él solo rodó, mientras veía las tres cartas que tenía en sus manos, viéndolas con pesar, como si está realmente fueran demasiado pesadas.

Sweet Days | nohyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora