Fuck Feelings

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•Fuck Feelings•

Le resultaba sorprendentemente irritante cuantos diferentes olores se pueden encontrar caminando por la calle, olor a café, jabón y algún otro detergente agradable al olfato, comida, pan, perfume, la pestilente nube negra del auto de algún cabrón, basura, cosas podridas, entre diferentes cosas más.
No había necesidad de olerlas, pero lo hacía porque extrañamente desde que el inútil de Deku se había casado con la perra gorda de cara redonda, había algo que no lo dejaba dormir.
Era una cosa muy ridícula y sin importancia a su parecer, pero su jodido cerebro pensaba otra cosa muy distinta e incluso más inservible que Deku y todos esos extras de mierda.

Sin darse cuenta caminó dos cuadras de más, con un grito de pura rabia regreso con pasos pesados.

No hacía esto porque le preocupaba lo que pensara, sintiera o pasara por la mente de aquel bastardo, Bakugō Katsuki solo se preocupaba por Bakugō Katsuki, fin.

Subió cuatro de los cinco escalones que conducían a la puerta de color tinto, estiró su mano y llamó golpeando sin delicadeza sus nudillos contra la madera. Volvió a tocar pasados siete minutos sin que nadie abriera, no estaría esperando todo el puto día, tiraría la estúpida puerta si no se habría.

Elevó su mano a la altura de su pecho, con la palma apuntando a la puerta, estuvo a punto de volarla pero se detuvo al ver aparecer una cabeza con lacios y desordenados cabellos rojizos.

— ¡Bakugō, Bro! Pasa, pasa — En una sonrisa deslumbrantemente alegre permitió que sus labios mostrarán su afilada dentadura.

— ¿Por qué mierda has tardado tanto en abrir, imbécil? — Le empujó al entrar. Se dirigió directamente al comedor sin prestar atención a lo que el pelirrojo le respondía entre balbuceos y risas apenadas.

— ¿Quieres té o café? — Preguntó en un tono ligeramente alto pero con tono cariñoso desde el pasillo el dueño de la casa. Bakugō frunció el ceño molesto. Se escucho un golpe en la parte de arriba que extraño al rubio — ¿Y tú Bakugō? — El mencionado solo le miró y le respondió con un gruñido.

Kirishima desapareció de su vista al entrar a la cocina, el rubio le siguió, entre más rápido mejor.

— ¿Qué ha pasado para que vinieras tan temprano? — Ejirō le miro por tal vez medio segundo para después componer una mueca de concentración mientras agregaba una cucharada de café y una de azúcar a una taza con té.

Desvió la mirada sintiéndose avergonzado, frunció el ceño con rabia por no poder decirlo natural como si de uno de sus acostumbrados insulto se tratase. Abrió la boca dispuesto a gritarlo de una vez por todas, pero algo le interrumpió, más bien alguien, quien soltando un quejido ahora se encontraba de pie recargándose en el marco de la entrada a la cocina.

La vio caminar como si le estuviera preguntado a cada célula de su cuerpo si le daban el permiso para moverse. Tenía la piel extremadamente blanca, un desaliñado y muy larguísimo cabello morado, un mechón enredado le tapaba la cara por lo que no pudo reconocerla físicamente, era considerablemente alta, de bonita y llamativa figura, estaba descalza y lo único que vestía era una camisa roja con un estampado llamativo de Crimson Riot.

Llegó hasta Kirishima y le abrazó flojamente por la cintura recargando su cabeza en el pecho del pelirrojo. Vio a su amigo sonreír con cariño mientras con una mano la tomaba por la espalda y con la que le quedaba libre tomar la tasa que hace unos momentos estuvo preparando tan concentrado que parecía un estúpido.

— ¿Estás bien? — Preguntó Ejirō a su pareja mientras salían de la cocina ignorando a un en blanco Bakugō.

Después de unos cortos, escasos y rápidos, segundos, los siguió en silencio, a paso lento y guardando distancia.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2018 ⏰

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