Capítulo 2

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Si me permitía ignorar por unos segundos el pánico que me estaba consumiendo, aquel sujeto era extremadamente hermoso. No podía tener más de veintiocho años, aunque esa barba de dos o tres días lo hacía ver como un completo alfa de posición económica. Una piel ligeramente bronceada, los labios delgados y rosados, un tamaño ligeramente mayor del promedio aunque estuve agradeciendo por eso, y un cuerpo totalmente de dios griego mostrándose a través de aquel traje negro ¿Dónde había estado escondido aquel hombre cuando estuve tomando las fotos y por qué no se presentaba a los bares que yo frecuentaba? En un día normal podía bien desear estar bajo ese precioso cuerpo, aunque ahora no fuera un día normal.

—Disculpe.—

Internamente deseé golpear a mi omega por ese estado de sumisión, me disculpé con un un completo extraño por mantener la mirada conectada con la suya o por escanearlo con mis ojos, mejor dicho. Sabía que mi omega salía a flote debido al celo, pero él no era más que yo para que me disculpe, tampoco es como si él no hubiera estado haciendo lo mismo conmigo, aunque estoy completamente seguro que se debe a mi olor.

Di un par de pasos torpes hasta la entrada, rogando internamente por que el alfa se mantenga quieto en su lugar, y aunque por un segundo consideré que lo estaba logrando, antes de que mi cuerpo pase por la puerta principal del baño, sentí una fuerte mano tomar mi antebrazo, deteniendo

—¿Vas a salir así?— Escuché su aguda pero cargada voz. Mierda, mierda, mierda, el tipo estaba excitado. Sin embargo, su mirada no mostraba alguna señal de que me iba a meter a un cubículo y violarme, él me mostró una sonrisa prepotente que no lo diría en voz alta pero Dios, amigo, necesito que vengas a los bares que frecuento. —Hueles demasiado fuerte ¿Realmente piensas salir?—

Cuando lo oí de nuevo, mi cabeza hizo un clic y consideré sus palabras, tenía razón ¿A quién engañaba? Definitivamente yo no regresaría a mi casa esa noche, a cada segundo el celo incrementaba en mi ser, mi omega pedía con urgencia atención y afuera se encontraban millones de sujetos que con una simple mirada me tendrían restregándome contra ellos. Ahora consideraba ¿No era mejor quedarme y permitir que ese tipo me haga lo que sea que quiera hacerme antes de salir y permitir que cualquiera de los de afuera hiciera? Él al menos tenía una buena apariencia, afuera me arriesgaba que me toque hasta la peor persona.

—Creo que no es una buena idea.—Dije.

El hombre hizo más suave hasta que su mano en mi antebrazo pareció sólo una leve caricia, observé sus delgados dedos sobre mi piel y mi omega gimió complacido y feliz con tener un alfa tocándome, se sentía tan bien. Pasaron unos segundos en los que ninguno dijo nada, sabía que me había calmado, su dulce tacto fue una especie de arrullo y no pude agradecerle más, a menos ahora no parecía un ambientador de feromonas de omega asustado para toda la exposición.

Continué con la mirada sobre sus zapatos negros, se veían caros, aunque para ese momento no los observaba con interés en la marca o en donde los había comprado, lo hacía porque no podía mirarlo a los ojos, no me nacía mirarlo a los ojos a menos que él me lo permitiera. Vaya, esto es tan patético.

—¿Tu nombre es?—Al fin habló, de nuevo no pude contener aquella felicidad de saber que no iría, temía que se fuera ¿Por qué rayos temía que se fuera? Sí, porque para este segundo mi omega estaba más que ilusionado con disfrutar más de ese dulce tacto que me entregaba en mi brazo. Relamí mis labios, no dejando que pasen más segundos sin hablar, podía ser de mala educación.

—Guillermo—Murmuré, y tras no escuchar nada, consideré que quizás el esperaba una respuesta un poco más larga. —Guillermo Díaz, soy fotógrafo de la revista-Mmm.—Las suaves llemas de sus dedos bajaron por mi piel hasta que su mano tomó la mía con firmeza, acercándome un poco más a su cuerpo, impidiéndome siquera recordar lo que le estaba diciendo.

The Perfect Omega❙wigetta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora