Capitulo 1
Termino de lavar mis manos y observo mi cansado reflejo en el espejo del baño del hospital Children's Hospital Oakland en California, donde trabajo actualmente luego de una larga y estresante pero hermosa carrera de 4 años que orgullosamente puedo decir logre terminar a tiempo, forma y con honores como Enfermera Profesional y decidiendo dedicarme especialmente en el área pediátrica. La mayoría de la gente que me conoce aún se sorprende al sabes que decidí trabajar en esta área. Ya que no soy una persona con mucha paciencia para estar rodeada de niños o bebes, claro que ellos no sabrán la historia por la cual decidí dedicarme y enamorarme de esta área, aunque la mayoría del tiempo muchas situaciones magulle mi corazón con cada niño que no logra sobrevivir a alguna mala enfermedad u otras situaciones. En verdad amo mi trabajo, es duro, mayormente triste pero también magníficamente feliz. Si, magnifica seria la palabra para describir este trabajo.
En fin, seco mis manos y procedo a colocarme alcohol en gel, porque definitivamente tengo una grave obsesión al querer tener mis manos limpias todo el tiempo aunque aún así estén llenas de horrorosas bacterias ya que prácticamente estamos rodeadas de ellas y somos propensos a tenerlas siempre en nuestro cuerpo. Ugh, las detesto.
Vuelvo a observarme y niego con la cabeza alejando mi pensamiento de odio hacia bacterias sin sentido común alguno e intento peinar un poco mi cabello castaño más claro que oscuro imposible de controlar y decido que necesito un corte de puntas ya que se ven algo reseco. Tengo un cabello bastante largo, pesado y cubierto de abultados rizos por lo cual lleva un cuidado sumamente especial ya que si no lo corto cada cierto tiempo comienza a ponerse algo feo y no lo tolero. Grandes bolsas negras se ven por debajo de mis ojos a pesar de colocarme un poco de maquillaje para taparlas, obviamente después de 72 horas de guardia y con un descanso de 30 minutos no iba a lucir como una modelo en plena sesión de fotografía. No tuve esa suerte por la cual doy un último vistazo, me encojo de hombros, tomo mi bolso y procedo a salir del baño de la guardia con uso especialmente para el personal de trabajo.
Finalmente termino lo que llamo la guardia nivel uno, lo que quiere decir que fueron unas grandiosas 72 horas donde solo hubieron dos pequeños que decidieron vomitar sobre mi nuevo y hermoso ambo de colores, calmar a una madre primeriza histeria porque su pequeña había decidido comer un poco de tierra y solo tengo un leve malestar en la muñeca porque un niño simplemente quiso patear la mano donde tenía una pequeña jeringa para ponerle una inyección. Pobre dosis, no logro llegar al cuerpo. Como ya dije, fue una grandiosa guardia sin tantos problemas como estamos acostumbrados a tener.
- Rosie, ¿tienes un bolígrafo para firmar la salida? El mio esta en mi bolso y odiaría sacarlo - Volteo a ver a la rubia y de cabello corto que me observa con una esplendida sonrisa de dientes blancos y es que de verdad no logro entender como luego de tantas horas sin dormir puede verse asi de hermosa, ah, cosas de genética creería.
- Jane, de verdad tenemos que trabajar en tu pereza - respondo entregándole mi bolígrafo y agregando que me lo devuelva apenas termine, aunque sé que no lo devolverá porque mi gran amiga y colega al parecer tiene un fanatismo en adueñarse de mis bolígrafos.
- ¿Almorzamos luego de salir de aquí?- pregunta mientras termina de entregarle a Lilah, la recepcionista la hoja con nuestras salidas ya firmadas y me observa esperando una respuesta.
- Paso esta vez, tengo que llegar a casa a lavar ropa y ordenar un poco. Esta noche invite a mis padres a cenar y mi casa está hecha un asco- aclaro mientras caminamos hasta el estacionamiento interno del hospital y saludamos a las personas que van en el mismo pasillo que nosotras. - Pero mañana podemos ir a cenar algo y luego unos tragos, no tengo planes.- Le digo con una sonrisa que se lograra convencerla.
- Esta bien, pero pagas la primera ronda. Dice en medio de una risa
- Hecho. Hasta luego Rubita, descansa algo. - Beso su mejilla y me encargo de desactivar la alarma de mi muy adorado auto blanco el cual solo tiene dos meses conmigo y lo cuido como si fuese mi bebe ya que después de una muy mala experiencia al volante la cual me llevo a no lograr subirme a un carro durante un año entero y volver a manejar solo si alguien estaba conmigo de copiloto me tomo tres más. No digo que he superado mi miedo a conducir, lo hago con mucho cuidado, sin viajes largos y respetando cada norma de velocidad que se me impone, nunca mas y nunca menos. Dejo el bolso en el asiento de acompañante y proceso a abrochar mi cinturón, enciendo la radio donde suena una muy mala canción y enciendo el auto. Es un viaje tranquilo y no muy largo.
Vivo en un condominio de departamentos en una buena zona de California el cual me deja a unos 20 minutos del trabajo, el motivo por el que busque un departamento cerca del trabajo es que si surge alguna emergencia y me necesitan puedo llegar relativamente rápido.
Apago el auto dejándolo en mi lugar específico del estacionamiento y hago una nota mental de las cosas que debo hacer en casa mientras camino hacia las escaleras. Vivo en el segundo piso por lo que casi nunca tomo el ascensor salvo que no sea una situación urgente donde llego del mercado y mis manos no aguantan las bolsas de compras. Meto la mano en mi bolso en busca de mis llaves pero toco todas las cosas menos las condenadas llaves.
- Dónde diablos las metí- murmuro para mí, agachándome y tirando casi todo en busca de ellas.
- ¿Rosie eres tú?- Me tenso reconociendo esa voz. Pueden pasar años, pero se que siempre reconocería esa voz. Dejo de buscar las llaves y me volteo a verlo, aun agachada.
Lo primero que noto son un par de zapatillas deportivas implacablemente limpias- tan normal- pienso mientras continuo subiendo la mirada. Unos jeans azules algo gastados pero igualmente bien lucidos, remera negra ajustada y termino de subir encontrándome con la persona dueña de la voz. Tiene un rastro de barba y definitivamente no se ve como el chico de 20 años que conocí. Tiene los rasgos mas maduros y se ve con unos años mas pero, sus ojos, sigue teniendo la misma mirada que había dejado atrás. Por un momento estoy sin poder emitir alguna palabra, solo me quedo observando sus ojos. Hasta que hace un sonido con su garganta, algo incomodo.
Un simple hola es lo que sale de mi, porque todavía no logro asimilar que después de cinco años lo tengo frente a mi. Muchos recuerdos están pasando justo ahora en mi cabeza y no soy capaz de controlarlos.
- ¿Vives aquí? - pregunta aun mirando mis ojos, creo que luzco igual de sorprendida que el, hasta podría decir que esta algo pálido y no para de pasar las manos por su pantalón. Siempre lo hizo cuando estaba nervioso, pienso de nuevo y ahí es donde me ordeno a parar. Cierro mis ojos, niego con la cabeza y me enderezo. Cuando vuelvo a abrirlos, sigue frente a mí.
- Hum, si justo ahí - señalo detrás mío - wow, lo siento Fred, no esperaba encontrarte justo en este momento, yo no solo wow - prácticamente divago mientras sigue sin despegar los ojos de mí, comienzo a ponerme algo más nerviosa de lo que estoy.
Aclara su garganta cuando va a hablar y lo único que ruego es que no diga lo que estoy imaginando, por favor no, por favor no, por favor no.
- Yo, estoy mudándome al tercer piso. No tenía idea que vivías aquí, en verdad no sé qué decir- responde lo único que no quería escuchar.
- No cambia nada el que digas algo- volteo, agarrando mi bolso. Agradezco mentalmente que mis llaves aparecieron. Abro la puerta de mi departamento y cierro dejando mi pasado algo confundido detrás de la misma. Respiro y hablo conmigo en voz alta
- Tenías que responder todo menos eso.
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Return
Teen FictionNunca pensé que aparecería de nuevo en mi vida, creo que a veces el destino juega muchas malas pasadas. Este momento es una de ellas, no lo quiero de nuevo. Pero algo en mi pecho no se logra apagar después de años. Aquí estoy de nuevo a punto de es...